La defensa del templo que hicieron los fieles retoma el llamado de Benedicto XVI a alejarse del “gran peligro” de la tibieza.
por Andrés Beltramo Álvarez.
“Iglesia, basura, eres la dictadura”. Insultos, escupitajos, golpes, gritos y otras aberraciones debieron sufrir un grupo de fieles católicos, la mayoría jóvenes, por defender a la catedral de la ciudad argentina de Misiones del ataque de una horda enfurecida de mujeres.
Con las únicas armas de sus manos y el rezo del Rosario en voz alta, conjuraron una segura profanación. Pero se ganaron la molestia del obispo local, Juan Martínez, que primero se reunió para “negociar” con las feministas un “pacto de no agresión” y luego mandó a convencer a quienes proteger la casa de Dios para que no lo hiciesen.
Todo ocurrió la noche de este domingo 7 de octubre, unas horas antes que Benedicto XVI abriese los trabajos del Sínodo de los Obispos en Roma con un discurso en el cual señaló a la tibieza como el “gran peligro” para los cristianos.
Y agregó: “A la confesión cristiana pertenece esencialmente la disponibilidad a la pasión, eso garantiza nuestra credibilidad. La confesión no es cualquier cosa que puede dejarse caer, no es sólo una palabra, es más que el dolor. Por ella vale la pena sufrir, incluso hasta la muerte”.
Aproximadamente unos 100 fieles católicos prefirieron resistir a esa tibieza y defender su fe, a cualquier costo. Por eso armaron una valla humana en la puerta de la catedral. Trenzaron sus brazos y comenzaron a rezar en voz alta. No pasó mucho tiempo para que comenzasen a sufrir todo tipo de vejaciones, desde las mujeres semidesnudas que les gritaban insultos en la cara hasta verse pintados sus ropas con barniz en aerosol. Todo ante la mirada cobarde de la policía, que tenía la orden de no intervenir pese a la flagrante comisión de varios delitos en ese momento, como la agresión y el vandalismo.
El ataque estaba totalmente programado, por eso el templo permaneció cerrado todo el día y las misas fueron canceladas. Desde hace ya varios años el intento de profanación de iglesias es parte integrante de un encuentro anual realizado por “mujeres auto-convocadas”. Bajo la bandera de la defensa y la promoción de los derechos femeninos, las organizadoras de estas asambleas buscan impulsar la agenda de despenalización del aborto en la Argentina.
Las asistentes, venidas de diversas partes del país, cada año han radicalizado sus manifestaciones, tomando como blanco a los católicos y sus catedrales.
Casi en todos los casos encontraron oposición pacífica de grupos de fieles, que de manera pacífica han defendido su fe. No ha ocurrido así con la jerarquía eclesiástica.
Por ejemplo, en 2008, el entonces obispo de Neuquén, el salesiano Marcelo Melani, también se opuso a cualquier defensa de su templo. Los feligreses no le hicieron caso y lo protegieron igual.
En este 2012 el obispo Juan Martínez optó por guardar silencio. Pero no sólo, su representante y párroco de la catedral, Alberto Barros, arremetió directamente contra quienes llamó “grupos intolerantes”, “integristas” y “ultracatólicos” que “viven la fe de manera conflictiva”.
En varias entrevistas, concedidas a los medios de comunicación antes de la marcha feminista, calificó a la legítima defensa de un espacio sagrado como “una actitud poco inteligente y poco cristiana” porque “Jesús no agredió y fue agredido”.
Una vez pasado el ataque, este lunes 8 de octubre, el mismo clérigo lamentó en la prensa que haya existido ese “pequeño grupo” de defensores del templo que, según él, llegó proveniente de otras diócesis argentinas y fue organizado por la organización Red Federal de Familias.
Y apuntó: “A nosotros no nos interesa defender las piedras, pero estas personas no entendieron que la propuesta era dejar que las violentas se desacreditasen solas y no darles lugar a la agresión, como bien lo hizo la policía, que evitó que esto haya sido una masacre sin dar el más mínimo motivo para que se acreciente la violencia”.
Fuente: Vatican Insider
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