Cuando los gobernantes se dedican a exaltar el mal, a propagar el error, a saquear los bienes morales que constituyen la principal riqueza de un pueblo, es natural que acaben organizándose como bandas de ladrones, mientras el pueblo chapotea en la sentina de los vicios. Juan Manuel de Prada
viernes, 1 de febrero de 2013
El desaire de Hillary al Papa.
Ha recorrido el mundo en cuatro años sin visitar ni una sola vez oficialmente la Ciudad del Vaticano.
C.L. / ReL
En 2016 Hillary Clinton tendrá 69 años, una edad que aún le permite aspirar a la Casa Blanca si los problemas de salud que ha evidenciado en las últimas semanas no se lo impiden. Tras competir con Barack Obama por la nominación demócrata en 2008, ha desempeñado con lealtad sus tareas como secretaria de Estado, y el presidente se lo agradeció esta semana con un gesto insólito: la entrevista conjunta que concedieron a la CBS, donde la colmó de elogios.
Además, con la elección de otro competidor por el Despacho Oval, el candidato de 2004 John Kerry, como sucesor de la ex primera dama, Obama puede alardear de la unidad de su partido ante la división de los republicanos.
Hillary la radical
Precisamente por esa buena integración que ha habido entre la responsable de la política exterior y el presidente (al menos hacia fuera: entre bambalinas las relaciones no siempre han estado tan engrasadas) hay una singularidad en el mandato de Hillary Clinton que refleja muy bien la marcada hostilidad de Obama a la Iglesia católica.
(Hostilidad tan marcada que su "mandato abortista" puede acabar, literalmente, con obispos en la cárcel, algo a lo que ya han declarado estar dispuestos. El último, el flamante arzobispo de Portland, Alexander Sample: "Tenemos que luchar por nuestra libertad religiosa y llegaremos tan lejos como podamos. Estoy dispuesto a ir a la cárcel por ello", dijo.)
Tras cuatro años en el cargo, Hillary ha sido la primera secretaria de Estado de los Estados Unidos que no ha visitado el Vaticano desde William Rogers, el primero de los que tuvo Richard Nixon: exactamente cuarenta años. Así se desprende de los propios datos de su Departamento, que detallan esos desplazamientos.
Lo hicieron Henry Kissinger, Cyrus Vance, Edmund Muskie, Alexander Haig, George Schultz, James Baker, Warren Christopher (aunque no figura en el histórico oficial), Madelaine Albright, Colin Powell y Condoleezza Rice.
A pesar de que su marido, el ex presidente Bill Clinton, mantuvo una buena relación con Juan Pablo II, Hillary -la parte más radical de la pareja- no encontró un momento para ser recibida por Benedicto XVI (Obama, al menos, sí) o encontrarse al menos con su par, el cardenal Tarsicio Bertone. Se da la circunstancia, como agravante, de que Clinton ha batido récords de viajes y países visitados, incluyendo Roma.
¿Cambiarán las cosas con Kerry? Si bien ante en todos los temas sometidos a debate, aborto incluido, ha adoptado una posición contraria a la de la Iglesia, el nuevo secretario de Estado es católico. Veremos si eso le anima a conocer al Papa o prefiere ahondar la herida.
Actualizado 1 febrero 2013
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