Fernando Gonzalez Director Periodístico fgonzalez@cronista.com
La paliza televisiva que una periodista griega le propinó al ministro de Economía, Hernán Lorenzino, es la mejor fotografía de un gabinete exhausto, confundido y paralizado por el miedo.
El formato estalinista del kirchnerismo ha hecho de la mayoría de sus ministros y secretarios de Estado eso que se ve en el video más demandado durante toda la jornada de ayer en el universo web. Los estudios en la Universidad de La Plata; sus masters en Finanzas y en Gestión Pública en la Universidad Di Tella y su experiencia de una década como funcionario no le alcanzó a Lorenzino para poder responder una pregunta tan simple como a cuánto asciende la inflación en la Argentina. Es que al ministro no le permiten decir siquiera una sola palabra sobre el gran flagelo de la economía real.
Lorenzino tuvo la mala fortuna de aceptar una entrevista que, según creyó, no le iba a crear inconvenientes. Pero allí quedó el ministro, preso de su inconsciente, mientras la economía del país adolescente se frena un poco más cada día; mientras el dólar atravesaba por la tarde la barrera psicológica de los 9 pesos y mientras la desconfianza de los mercados, de los empresarios y de buena parte de la sociedad crece a medida que el Gobierno se radicaliza en todas sus iniciativas.
Del mismo modo que Lorenzino naufraga en las aguas inflacionarias, la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, sostiene su gestión en un concepto insostenible: la demanda estacional para justificar una devaluación persistente y una fuga de divisas que ya llevó las reservas monetarias por debajo de los 40.000 millones de dólares. Si hay que citar otras muestras de la debilidad del gabinete kirchnerista se puede mencionar al ministro de Justicia, Julio Alak, quien debió observar sin pestañear como su supuesto subordinado, el secretario camporista Julián Alvarez, le informaba en rueda de prensa cuáles eran los alcances de la polémica reforma que Cristina hizo votar ayer en la Cámara de Diputados.
El alguna vez poderoso ministro de Planificación, Julio De Vido, ha devenido en desmentidor serial de las malas noticias de su área que hoy define mayormente el también secretario, Axel Kicillof. Ya no le quedan rastros de credibilidad aunque conserva la visibilidad pública. No es poco consuelo si se lo compara con la ministra de Seguridad, Nilda Garré, a quien pocos recuerdan haber visto o escuchado después de las inundaciones y los muertos que mostraron como gran protagonista a su segundo, el movedizo secretario Sergio Berni.
El me quiero ir que inmortlizó al incauto Lorenzino era ayer la broma preferida en los pasillos de la Casa Rosada. La imagen desvaída del gabinete de Cristina contrasta con la vehemencia de la ofensiva kirchnerista que busca acomodar la estructura de la Justicia a un desafío electoral cada vez más complicado.
El Gobierno parece hoy más preocupado en mostrarse fuerte que en mejorar la gestión. Es la confusión que llevó a Guillermo Moreno a entreverarse innecesariamente en una asamblea del Grupo Clarín mientras los precios suben ya sin control ni congelamiento, el dólar se dispara y la economía marcha sin rumbo a una colisión que podría evitarse si la racionalidad reemplazara a esta decadencia.
26/4/13
Cronista.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario