sábado, 27 de abril de 2013

¿Pensamiento crítico en la educación actual?



por Carlos Daniel Lasa 
Los expertos en educación repiten una y otra vez que es preciso cultivar un “pensamiento crítico” que se ordene, entre otras cosas, a reflexionar sobre las prácticas educativas.
Resulta curioso que, muchos de los que enarbolan esta bandera, jamás precisan qué se entiende por pensamiento crítico.
Ciertamente, si el pensamiento que cultivan fuese realmente crítico, ¿no debiera preguntarse acerca de la génesis de las categorías empleadas en la reflexión sobre la práctica? Tomemos, por caso, aquel imperativo que, machaconamente, se repite sin cesar: educar para la diversidad. Esta categoría de diversidad remite a una idea de la realidad fragmentada. Su posición última descansa en una determinada respuesta dada a la gran pregunta del pensamiento humano: ¿cuál es la unidad que reúne la multiplicidad de las cosas? Las cosas, que se nos presentan como diversas, ¿poseen algo en común que las reúne, estando presente, dicho principio, en todas las cosas múltiples aunque de modo diverso, o antes bien, no existe principio de unidad alguno?
Una de las respuestas posible es aquella que sostiene que la realidad es solamente múltiple. En consecuencia, dentro de lo real no hay espacio alguno para la existencia de una unidad. Así, entonces, si la esencia de lo real es la pura multiplicidad, todo aquello que es, será, necesariamente, diverso. 
Y entonces, ¿cómo se pensará, desde esa posición, a la ética? Si la realidad carece de un principio de unidad, de un centro, entonces resultará imposible afirmar que existe una ley que, siendo común a los múltiples seres diversos, obligue a estos últimos (en el caso de los seres racionales) a seguirla.
Por el contrario, la ausencia de unidad postula la carencia de una ley común a los muchos y, en consecuencia, de una ética común. El mal y el bien dependerán, exclusivamente, de la arbitraria decisión de cada uno. Y dado que no hay centro, la misma idea de jerarquía se desdibujará. No podemos hablar en términos de mejor y de peor puesto ya que no hay un centro al cual nos acerquemos más que otros y podamos decir, por eso, que somos mejores que esos otros que se sitúan más lejos del centro.
En consecuencia, de la mano de la educación para la diversidad se propone, entre otras cosas, una ética relativista que niega la existencia de todo valor objetivo.
Como podemos apreciar, bajo el llamado pensamiento crítico en el ámbito de la educación se esconde la ausencia del mismo. ¿Se animarán los expertos en educación ser críticos alguna vez?, ¿serán capaces de formular una reflexión sobre la reflexión?
Sólo de este modo serán críticos y podrán, a su vez, suscitar un verdadero pensar en los docentes que los ponga en una situación de verdadero progreso, el cual es siempre progreso en la verdad de uno mismo y de su sentido último.


Abril 23, 2013

Fuente :¡Fuera los Metafísicos!

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