miércoles, 26 de junio de 2013

El Heredero.



por Gabriela Pousa
Jugó Sergio Massa. Casi se podría decir que es un éxito de todos y todas, ¿o quién ha solventado cada paso del intendente devenido candidato?
Años en el ANSES le permitieron al ex UCeDe aceitar los contactos necesarios con el establishment para situarse adonde finalmente se ha situado, años repartiendo estratégicamente pauta publicitaria para que muchos medios no se hicieran eco de inconvenientes en sus pagos y rescatasen las bondades.
Hoy, Massa disfruta las consecuencias de haber cooperado a vaciar los fondos jubilatorios de un sinfín de ciudadanos, muchos de los cuales, si no quedara claro esta maniobra, irán incluso a votarlo. Indiscutidamente hábil -Cristina también lo fue hasta caer en la voracidad de una supervivencia inútil-, rápido de reflejos e inescrupuloso hasta el punto de presentarse como opositor siendo parte de lo actual. Lo nuevo de lo viejo que es como decir lo menos viejo pero no lo novedoso.
Massa es fruto del oportunismo y de una característica poco frecuente en nuestra dirigencia: el coraje. Y es también portador de otro dote inexorable en esos lares: el caradurismo. Recuérdese que es el mismo Sergio Massa que se presentara en las legislativas de 2009 sin llegar a asumir nunca su banca…
En contrapartida, yace agónica la figura de Daniel Scioli, endeble, frágil, amorfa. Pensar que hasta hace poco se probaba el sillón de la Presidencia respaldado en las ventajas que le otorgaban las encuestas… Paradojas de la dinámica política. Una dialéctica entreverada, donde los tiempos no se miden con la común cronología.
Detrás de ambos, se teje una indescifrable trama de negociados a conveniencia. Sin ser triunfadora en los pronósticos, Cristina Kirchner sale de todos modos y en cierta manera ilesa. De la impunidad que persigue afanosamente, con Massa está más cerca.
Es muy probable que el heredero de Néstor no le vote una reforma constitucional pero difícilmente le suelte la mano a la hora de juzgar su gestión presidencial. Hay razones que unen aunque también es verdad que las lealtades en este ámbito son similares al hallazgo de una aguja en un pajar.
Lo cierto es que las cartas se han jugado aunque aún hay naipes que no aparecen en el tapete. ¿Quién guarda más ases en la manga? La jefe de Estado ha demostrado hasta el hartazgo (literalmente) sus dotes en ese arte. Massa es todavía un enigma a medio develarse. Más oscuridad arroja quizás el actuar de Mauricio Macri que ha dejado liberada la provincia de Buenos Aires al tiempo que debió bajar a Carlos Melconian y a Guillermo Montenegro por capricho de Felipe Solá.
Sobre este último sería interesante hablar. Una figura gastada en la porfía de saberse nada: ni menemista, ni kirchnerista o tal vez todo eso junto sintetizado en una palabra: desvergüenza. Y hay demasiada.
Por momento, algunas listas parecen verdaderas asociaciones ilícitas. Es la dirigencia argentina en su faz más impía. No hay ideas, apenas ambiciones desmedidas y borracheras de poder que no se justifican ni a sí mismas. Podría resumirse el parecer en un titulo de cinematografía: “Los sospechosos de siempre“.
Harto conocidos, parásitos del Estado, incapaces de conseguir un puesto de trabajo en el sector privado. Verdaderas garrapatas prendidos a lo público, aplaudidores de folletín, en definitiva una escenografía muy barata quizás, porque aún no hemos podido demostrar cuán cara nos sale la Argentina del “qué me importa” y del “déjalo para mañana”
Cuánto tiempo puede estar el cuadro montado es un dato que no aporta demasiado. Antes o después, se corre el maquillaje. Y allí está detrás del intendente de zona norte, Darío Giustozzi, su par de Almirante Brown que llegó a ese cargo de la mano del Florencio Randazzo. A propósito del ministro del Interior, está claro que al no figurar, asumió implícitamente su responsabilidad frente al choque de trenes en Castelar. ¡Hasta qué punto hablan los silencios y las ausencias en la política nacional!
Asimismo, se alista con Massa, Sandro Guzmán, alcalde de Escobar, confeso admirador de Cristina y de su modelo de inclusión nacional y popular. Posiblemente se trate incluso de una candidatura testimonial que, sin eufemismos, no significa sino un fraude electoral, otra burla para la sociedad, y van…
Para corroborar lo rancio de la lista, aparece Héctor Daer, el típico sindicalista de la “década maldita”, uno de los denominados Gordos de la CGT, que fuera secretario general de la central obrera en los 90 y mantuviera aceitadas relaciones con la Alianza después.
¿Qué decir de Ignacio De Mendiguren? Probablemente deba volver en breve a refugiarse en su casa de San Isidro como le sucediera en el 2002, cuando participó activamente de la pesificación asimétrica en contra del pueblo, y muy a su favor. En aquellos días le estaba vedado salir a la puerta siquiera porque la gente estaba allí afuera, y no precisamente para agradecerle su gestión. Un exponente más de la impertérrita genuflexión empresaria que ha hecho y hace tanto daño a una Argentina desvencijada.
Posiblemente más que de listas, se trate de una enumeración caótica de radiografías argentinas. Todos y cada uno son emergentes de esta sociedad, no llegan desde atrás de las fronteras. En ese sentido, la crítica se hace casi impertinente sin una introspección moral. Porque si no son reflejo, están usurpando un lugar que por alguna razón hemos dejado librado al azar.
El Frente Renovador parece ser el bótox de un kirchnerismo trasnochado intentando disimular las ojeras de los vicios y los años. Si Sergio Massa no resultara electo, no podría asombrar a nadie que irrumpa luego en la escena nacional como un Martín Sabbatella más. ¿O acaso este no compitió también con Kirchner en las elecciones legislativas de 2009? ¿Y cómo terminó? Como un soldado del Frente para la Victoria más.
Si Massa no es Sabbatella es apenas porque tuvo en sus manos los fondos estatizados de las AFJP, los favores de varios banqueros, empresarios, y a Amado Boudou de aliado. Otras diferencias no hay.
Quién quiera entender que entienda…


junio 26, 2013

Informador Público

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