por Carlos Manuel Acuña
A esta altura de los acontecimientos, resulta innegable que el fallo de la Corte Suprema de Justicia posee un contenido político de indudable importancia institucional y, tal como lo dijimos hace poco, sobre otro asunto importante, se trata de una medida claramente transportadora de futuro.
Sus consecuencias dejarán sentado un precedente histórico cargado de connotaciones, algunas insólitas, como por ejemplo una “soltada de mano” como la ocurrida con el ex presidente Carlos Menem o la nueva denuncia contra María Julia Alsogaray, que constituyen temas interrelacionados entre sí, e incluso con el nuevo escenario que comenzamos a vivir los argentinos.
Hoy, la opinión pública está conmocionada por dos temas importantes. Cronológicamente, por el misterioso asesinato de la niña Ángeles Rawson, que promete crecer hasta límites insospechados, con interesantes facetas políticas y, por supuesto, el fallo que declaró inconstitucionales los artículos 2ª, 4ª. 18ª y 30ª de la Ley 28.855 y el decreto 577. De esta manera, la amenaza de la politización de la Justicia, que dejaría a los ciudadanos sujetos a los caprichos de Poder Ejecutivo de turno, se evapora junto con el inicio tangible del mismo proceso respecto de Cristina W. y el Frente para la Victoria. La presidente tuvo ayer la mayor rabieta de los últimos tiempos, pese a que ya sabía de antemano cuál sería el veredicto del máximo organismo jurídico del país, lo que hace inexplicable que haya avanzado hasta alcanzar este fracaso que estaba cantado, especialmente después del fallo de la Jueza Electoral Romilda Servini de Cubría y las formas que rodearon este suceso.
Pero vayamos por partes. Cristina W. se dejó llevar por el asesoramiento de determinadas figuras de su entorno y de La Cámpora, que ahora aceleraron su deterioro y resistencia entre las dirigencias y la gente del común, tanto por las actitudes de soberbia y demostraciones infantiles de poder, como por el despilfarro de dinero con el que los camporistas creen que pueden comprar voluntades. Dentro del Justicialismo también despiertan enojos y rechazos, factores que se suman a la actual etapa de la virtual desaparición de los partidos políticos. Hoy, si se vota, no se lo hace por una agrupación o agrupaciones aliadas sino por personas, sobre todo si no trascienden como simples oportunistas o dubitativas temerosas. Los programas y propuestas no existen. El hartazgo y el cansancio se imponen en la actual decadencia de la Patria enferma.
Entre los asesores que escuchó Cristina estuvieron, entre otros, Eduardo Recalde y Eduardo “Waldo” de Pedro, es decir, algunos de los más activos entre los que se comportan irreflexiva e infantilmente mientras marchan bajo las órdenes del “Cuervo” Larroque y se extienden en Buenos Aires a partir de las aperturas de comités en las ciudades cabecera de las secciones electorales. Apenas se supo el fallo dado a conocer pasadas las 15 de ayer, la primera reacción de la presidente fue ordenar tuits que englobaron críticas de distinto tipo contra figuras políticas con posibilidades electorales, lo que constituye toda una definición acerca de la esquiva realidad del presente, como le respondió Francisco de Narváez, a quien llamó rojillo o colorado: soy totalmente de ese color, le respondió palabras más, palabras menos, y acotó: como siempre, Ud. sólo ve una parte de la realidad. De paso, la ira presidencial se derramó contra instituciones señeras, como lo son aquellas que representan al campo. Las consecuencias de la derrota por el rechazo a la 125 todavía no fueron superadas en el ánimo de Cristina.
Más tarde, Diana Conti, Luis D’Elía y otros simples voceros del kirchnerismo se desgañitaron en la televisión y las radios para censurar a la Corte Suprema de Justicia y sostener que el fallo atentaba contra la democracia. Este otro alejamiento de la realidad dejó sentada toda una posición que comenzará a dibujar nuevos componentes del escenario argentino que, según se sostenía anoche, saltaría al ámbito internacional mediante reclamos jurídicos ante organismos específicos para intentar salir de un atolladero que parece imposible de superar. Esta ruptura contra uno de los tres Poderes del Estado posee un contenido de especial trascendencia, como lo dejó sentado el mismo texto del fallo. Allí se describe con toda precisión el sentido originario que tuvo la primera Constitución Nacional que quedó proyectado hacia el futuro, al explicar el porqué se instituyó la división de Poderes pero, sobre todo, al hablar de la armonía que impone para la conducción del Estado. Por cierto, ni la Conti ni el filósofo D’Elía ni ningún militante rentado de La Cámpora pudieron refutar estos conceptos. Tampoco Gils Carbó, la jefa de los fiscales, que ayer revisaba algunos textos para encontrar ideas refutadoras.
De aquí en adelante quedó modificada -para siempre, dentro del actual ciclo- la situación política que se enriquecerá con nuevos elementos de juicio y graves denuncias que se extenderán durante el resto de este mes y crecerán en el siguiente, tanto como para que las primarias de agosto deparen números que podrán vaciar al Frente para la Victoria para convertirlo en un Frente para la Derrota. La corrupción ofrecerá lineamientos insólitos, tal vez inesperados, como será inesperada la evolución del crimen de Ángeles Rawson, cuya familia fue retirada de la escena gracias a los buenos oficios del teniente coronel Berni, dicen que íntimo amigo del padrastro. El dato no es irrelevante. Como suele suceder en estas circunstancias, los imprevistos suelen imponerse a veces con una buena dosis de misterio que hoy no queremos develar por la posibilidad de cometer errores en un asunto de perfiles tan agudos. También, expresivos de una atmósfera donde todo se mezcla y asfixia.
junio 19, 2013
Fuente: Informador Público.
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