domingo, 9 de junio de 2013

¿Por qué Carlomagno y un monje, Alcuin de York, son los padres políticos de la Europa católica?


Joaquín Javaloys recuerda que la Iglesia ha admitido el culto local al emperador, que fue venerado como beato en Gerona.


por Carmelo López-Arias / ReL   



Al acercarse el 1200º aniversario de la muerte de Carlomagno (742-814) el interés sobre su figura, presente siempre en la cultura europea, vuelve a renacer. 

Así, por ejemplo, en diversos enclaves continentales se ha estado rodando, hasta su conclusión hace bien poco, una coproducción austroalemana que rescata para el cine la figura del considerado padre de Europa: Carlomagno ha sido dirigida por Gabriele Wengler, con interpretación de Alexander Wüst y asesoramiento de Max Kerner, profesor en la Universidad de Aquisgrán, la que fuera capital de su imperio.
Joaquín Javaloys. 
Y en España el escritor Joaquín Javaloys, economista de Estado, antiguo concejal del ayuntamiento de Madrid y autor entre otros libros de dos bestseller de investigación o narración históricas (El origen judío de las monarquías europeas y Yo, Juan de Austria) y de un auténtico hit en la red (casi quince mil descargas), El ocaso de las autonomías, acaba de publicar una documentada y amenísima biografía del primer César Carlos: Carlomagno. El carismático fundador de Europa (Galland Books).
Cuando le preguntamos qué sentido tiene hablar hoy de alguien que murió hace doce siglos, la respuesta es clara y doblemente comprometida: "Es importante porque en la desnortada Unión Europea (que no es lo mismo que Europa) de hoy, donde ejercen el poder mediocres burócratas carentes de valores y, a veces, de ideas, hacen falta hombres de Estado como Carlomagno, quien aplicó un dinámico denominador común -el cristianismo- que fue capaz de unir secularmente a todos los pueblos de Europa occidental".
Si Europa significa algo más que un mercado único y una moneda común, se debe a un hombre que tuvo una idea clara de su misión política y de su intrínseco sentido cristiano. 
Y personalmente, ¿era un hombre religioso?
Como ha relatado su cronista Eginhard, mientras su salud se lo permitió, acudía regularmente a la iglesia por la mañana y por la tarde y también asistía a los oficios nocturnos y a la misa. Se entregó con gran dedicación a socorrer a los pobres y a hacer donaciones desinteresadas, y no sólo se preocupó de hacerlo en su patria y en su reino, sino que también solía enviar dinero a las tierras allende el mar: a Siria, Egipto, África, Jerusalén, Alejandría y Cartago, donde sabía que los cristianos vivían en la pobreza, lo que movía su compasión por ellos.
Pero repudió a dos esposas...
Carlomagno, como la sociedad de su tiempo, tenía una concepción laxa del matrimonio, pues entonces existía el divorcio por simple repudio, que él ejerció con su esposa la reina Desiderata de Lombardía. También era muy corriente el uso de una especie de “matrimonio”, de tradición germánica: el friedelehen, no aceptado por la Iglesia romana, que es el que empleó el rey de los francos en su unión con Himiltrude, a la que posteriormente repudió para casarse con la reina Desiderata en matrimonio cristiano. En esa época era frecuente que los reyes o los magnates tuviesen una esposa legítima de acuerdo con el rito cristiano y otra mujer esposada en friedelehen o como simple concubina.
¿Es cierto que Carlomagno ha sido venerado como santo?
Lo fue en algunos territorios del Sacro Imperio Romano, lo que fue aprovechado por el emperador Federico Barbarroja en el siglo XII, cuando estaba enfrentado al papa Alejandro III, para promover la canonización de Carlomagno en 1165 por el antipapa Pascal III. La canonización de Carlomagno fue sospechosa para la Iglesia católica romana debido a que fue aprobada por dicho antipapa, considerándola una operación de propaganda política imperial. Sin embargo, en el Sacro Imperio Romano Germánico nadie discutió esa canonización, y el culto del emperador franco se extendió por Centroeuropa e incluso se practicó en España en la ciudad de Gerona, sin que la Santa Sede se opusiera.
Pero ¿ha sido formalmente beatificado?
En el siglo XVIII el papa Benedicto XIV, teniendo en cuenta que se daba culto a Carlomagno en varias iglesias locales y que durante seis siglos el Papado no se había opuesto al mismo, admitió su beatificación por equivalencia. Desde el siglo XII, la Santa Sede ha consentido el culto regional, intentando que quede reducido a Aquisgrán, siendo tolerado fuera de esta ciudad únicamente en las localidades suizas de Matten y Münster, por indulto especial de la Congregación Vaticana de Ritos.
¿Por qué se le considera "padre" de Europa?
Cathwulf, un monje anglosajón de la abadía de San Denis, en la carta exhortatoria que remitió a Carlomagno en 775, que es una especie de “espejo de príncipes”, lo calificó ya como “soberano de Europa”, o sea, soberano de todas las naciones cristianas de la Europa occidental. La expansión del reino de los francos había hecho coincidir prácticamente sus límites con los de la Cristiandad latina, lo que finalmente provocó que la noción geográfica Europa comenzara a tener un contenido político. 
Y ese contenido político, ¿por qué fue cristiano y no otra cosa?
Su consejero y maestro Alcuin de York le persuadió de que el rey debía instaurar en la naciente Europa la Ciudad de Dios agustiniana, un reino de justicia y de paz que unificara este mundo con el otro, procurando no solo el bienestar de sus habitantes sino también su salvación eterna, y que sería gobernado por un davídico rey-sacerdote. Carlomagno cimentó la construcción europea en las comunes creencias cristianas, forjando una análoga identidad cultural en las naciones que gobernó.  De esta forma, el cristiano rey de los francos llegó a ser, también, el patriarca de la única Europa posible, la coincidente con la Cristiandad latina.
Alcuino en la corte de Carlomagno. 
La importancia del monje de York en el renacimiento cultural de la época y, sobre todo, en el designio político del emperador y en la entraña católica de imperio es difícilmente sobrevalorable.
Así que en los orígenes de Europa está un monje...
El rey de los francos era consciente de que su familia y su pueblo seguían siendo ignorantes, y su preocupación mayor era que los francos pudieran ser instruidos por buenos maestros que les enseñasen lo necesario para saber dirigir y guiar a las naciones de Europa occidental. Necesitaba encontrar en el extranjero a los mejores maestros y convencerlos de que fuesen a su reino a dirigir la escuela palatina. Le expuso a Adriano I esa necesidad y el Papa le recomendó a Alcuin de York.
¿Quién era?
Un diácono que se había formado en la famosa escuela episcopal de York con el arzobispo Egbert, que había sido discípulo de Beda el Venerable, y que se había convertido en un erudito y eficiente maestro.
Y Carlomagno le hizo el encargo, y Alcuin aceptó...
El maestro puso en marcha la escuela palatina, que no tenía una sede fija, pues era itinerante ya que seguía al rey en sus estancias por su diversos palacios. El ignorante rey comenzó un intenso aprendizaje pues su actividad escolar era tan intensa como todas sus actividades. Alcuin era un excelente pedagogo que sabía enseñar de una forma amena y atractiva, por lo que toda la familia real asistía gustosamente a las lecciones del maestro.
¿Sólo era para ellos?
Asistían a ella muchos alumnos, incluso los clérigos adscritos a la capilla real. Cuando llegaron los maestros procedentes de Britania y la escuela se dividió en los siete grados, comenzaron a incorporarse también otros alumnos, porque había bastantes solicitudes de hijos de nobles extranjeros o francos que no eran palatinos, pero que habían pedido al rey que permitiera a sus vástagos ser educados en la corte, que comenzaba a ser un foco irradiador de cultura, además de un centro de poder. 
¿Cuándo dejó de ser itinerante este centro de formación?
La Academia palatina de Aquisgrán comenzó a funcionar a principios del año 795. Sus miembros formaban un círculo intelectual que en sus reuniones, además de hacer juegos literarios, practicaban placenteramente la retórica y la poesía.
Un auténtico foco de cultura...
La nueva república cristiana de los filósofos. Carlomagno fue el que hizo que se abriera para la historia del espíritu un nuevo capítulo consiguiendo que sabios francos, lombardos, visigodos, anglosajones e irlandeses se acordaran en una obra común: el renacimiento carolingio, que fue tanto una misión política como una misión religiosa. 
¿Puede decirse entonces que, si Carlomagno es el "creador" de Europa, Alcuin es su "ideólogo"?
Carlomagno, gracias a Alcuin, había descubierto su vocación: desde entonces su reinado tenía una meta trascendental, pues el Renacimiento carolingio constituyó el primer intento colectivo emprendido en la naciente Europa para remodelar toda una sociedad según un programa o un plan preestablecido. La influencia de Alcuin en Carlomagno aumentaba incesantemente y, cada vez más, el maestro se convertía en un consejero real, que orientaba sabiamente la acción político-religiosa del monarca. 
¿Cuáles fueron los pilares de dicho plan?
En junio de 799 Alcuin de York dirigió a Carlomagno una carta en la que le decía: "En este momento la Iglesia de Cristo solo puede contar con vuestra protección; únicamente de vos espera la salud: de vos, vengador de los crímenes, guía de los que yerran, consolador de los afligidos, amparo de los buenos". En esa carta Alcuin realizó una admirable codificación del pensamiento político carolingio. Desde luego, el Imperio cristiano fue un concepto acuñado por los intelectuales carolingios encabezados por Alcuin.
¿No "se le subió a la cabeza" esa dignidad imperial, así justificada, a Carlomagno?
Cuando Carlomagno fue coronado emperador, su sentido de responsabilidad le llevó a reflexionar durante mucho tiempo sobre su misión imperial. Menos mal que Alcuin, el ángel salvador que Dios le concedió, le estaba iluminando y aconsejando en esa tarea: en el año 802 el maestro publicó un tratado titulado De Trinitate en el que concluyó que el nuevo Imperio cristiano debía inaugurar un periodo de paz y de justicia, en el que las naciones se iban a someter al emperador a quien Dios había dado el poder y se iban a unir en la fe católica, que es la única capaz de vivificar a la humanidad.
¿Por qué se habló entonces también de una dignidad "sacerdotal" del rey?
La realeza de Carlomagno, además de ser absoluta, era también sagrada porque había sido ungido por el papa Esteban II, en la abadía de San Denis. Y cuando Pablo el Diácono calificó a Carlomagno de rey-sacerdote y sabio gobernador de los cristianos quiso expresar la unidad existente entre su función real y su función sacerdotal, como un nuevo David. La realeza davídica es simultáneamente regia y sacerdotal porque el rey-sacerdote esgrime en su mano derecha la espada triunfal del poder mientras que en su boca resuenan las trompetas de la predicación católica.
¿Intervino mucho en el gobierno de la Iglesia?
Ya a mediados de su reinado, en el año 789, tras escuchar a sus sabios consejeros, dictó la Admonitio generalis, que estableció una reglamentación de la vida religiosa en su reino, como rector y defensor que era de la Iglesia franca, ejerciendo así su derecho a intervenir en asuntos relativos al fuero interno de los fieles que, hasta entonces, habían sido competencia exclusiva de la autoridad eclesiástica.
¿Y ésta no lo veía abusivo?
La Iglesia toleraba gustosamente esas injerencias en materia de fe porque Carlomagno respetaba escrupulosamente la doctrina más ortodoxa, fielmente basada en todo lo que contienen los Evangelios de nuestro Señor Jesucristo. 
La actuación de Carlomagno como rector de la Cristiandad tenía precedentes históricos que confirmaban su docta actitud intervencionista en las cuestiones eclesiásticas. Y en 794 fue aclamado por los obispos reunidos en Frankfurt como “sacerdote y rey”: rey por el poder; sacerdote por el magisterio de la enseñanza.
¿Le veían también así los Papas?
El papa Adriano I escribió sobre él la siguiente laudatoria oración: “Señor, salva al rey y atiéndenos cuando te invocamos, porque un nuevo y muy cristiano emperador Constantino ha surgido en nuestro tiempo, el cual Dios se ha dignado dárselo a la Santa Iglesia de Pedro, el príncipe de los apóstoles”.
En el libro se ve cómo incluso los Estados Pontificios provienen de Carlomagno...
En abril de 774, el Papa Adriano I recibió en el Vaticano al rey de los francos y le recordó amablemente la promesa que su padre le hizo a Esteban II en el palacio de Ponthion hacía ya veinte años y seguidamente le preguntó, abiertamente, si él estaba dispuesto a mantener la donación de Pepin el Breve a la Santa Sede. Con el ánimo de complacer al Papa, Carlomagno ratificó la donación de Pepin. Ordenó a su notario Ithier que sacase una copia del texto de la donación de Pepin que había leído el Papa antes de depositar el original sobre el altar de San Pedro, que iría acompañado de un acta notarial de su ratificación de la Donación que, como testigos, también iban a rubricar los obispos, condes y abades que se hallaban presentes.
¿Qué ganó Carlomagno con ello?
Su título de “patricio de Roma” dejaba de ser algo honorífico y se convertía en una función, ya que le daba potestad indirecta sobre la Ciudad Eterna, porque el rey de los francos quedaba confirmado como protector y brazo armado secular del Papado, consolidando así la alianza entre el trono y el altar definitivamente. 
¿Y el Papa?
Iba a ser el soberano de los dominios territoriales pontificios y no solamente el jefe espiritual de la Iglesia. Con la ratificación por el rey de los francos de la Donación de Pepín el Breve quedó formalizada la soberanía temporal del Papa sobre los denominados “Estados pontificios”. 


Actualizado 8 junio 2013  

Religió

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