La exhortación de Francisco a los jóvenes argentinos quiere provocar un
sacudón entre los que se asoman a la vida y los que están en su tramo final.
Pero también es un mensaje a la dirigencia. El análisis de Sergio Rubín desde
Brasil.
El Papa Francisco sorprendió ayer
con un fuerte exhortación a los jóvenes argentinos para que se comprometan en la
vida –"salgan a hacer lío", dijo metafóricamente– y a los ancianos para que no
se callen y transmitan su experiencia. Es evidente que Jorge Bergoglio –un
hombre con "cabeza política", que es plenamente consciente del valor de las
palabras como del énfasis con el que son dichas– quiso provocar un sacudón en
los que se están asomado a la vida y los que se encuentran en su tramo final.
Pero también fue un tiro por elevación a los dirigentes.
Veamos. Se trató de un llamado con
indudable connotación política. Porque la participación ciudadana en pos de una
sociedad mejor es una acción política. Otra cosa es la opción partidaria.
Pero que Francisco lo haya hecho en
este momento de la vida nacional de su país, en medio del desencanto por la
política (un fenómeno mundial), de la extendida creencia de que nada se puede
cambiar y del criterio de que el que gana una elección se impone y los demás
deben esperar a los próximos comicios, es particularmente relevante.
Para el pontífice argentino ya es
tiempo en el país de que los jóvenes y los ancianos se despabilen, que los
primeros aporten su fuerza en la lucha por los valores y los segundos, su
sabiduría, porque la lógica del culto al dinero amenaza con excluirlos, sea
porque no les permite ingresar al mercado laboral, sea porque no resultan
"productivos". Pero ambos tienen en sus manos un aporte insustituible para una
sociedad que parece haber perdido los ideales o, al menos, la fuerza para pelear
por ellos.
En el caso de los jóvenes, es claro
que el Papa Francisco cree que es un momento propicio para convocarlos al
compromiso. Atrás quedaron los tiempos en que la Iglesia lo desalentaba porque la fuerte
ideologización de los años 60 y comienzos de los ''70 llevaba a opciones
radicales, violentas, de derecha e izquierda, sobre todo de militantes surgidos
de las filas católicas, que dejaron un tendal de víctimas. Que haya quienes
equivocaron el camino no implica que nunca más haya que soñar y comprometerse.
En cuanto a los ancianos, la
exhortación también es significativa cuando se escuchan con frecuencia desde el
poder discursos con una sola verdad histórica y un pretendido "relato"
fundacional. Y que, por momentos, parece inclinado a repetir errores que le
costaron mucho al país, como azuzar las divisiones.
Los ancianos tienen la experiencia
de los yerros de antaño y, por eso, la obligación de advertirlo. "No cierren la
boca", les dijo el Papa. ("Los viejos tienen que hablar, ser la reserva
cultural").
Con su llamado, el Papa quiere
también revitalizar a la
Iglesia. Para ello pretende que los jóvenes conviertan a las
comunidades católicas en comunidades vivas, de debate y acción. De allí, el
pedido para que "hagan lío", ("quiero líos en las diócesis") lo que lo llevó a
pedirle perdón a los obispos por los sobresaltos que les puedan dar los jóvenes
con sus enérgicas intervenciones. Para Francisco, si ello no ocurre, y si los
fieles no trascienden la sacristía y salen al encuentro del mundo, la Iglesia es una simple ONG.
En fin, en una sociedad "light", el
Papa pidió a los jóvenes "no licuar la fe, que es una cosa seria". Asumirla en
toda su dimensión. Lo cual conlleva, además de una introspección y una conducta,
una proyección concreta en la vida pública. Hacer política con mayúsculas. Por
eso, el llamado del Papa debería inquietar a los políticos que sólo persiguen el
poder y el dinero.
Fuente: Valores Religiosos.
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