por Fernando Gutiérrez.
De cara a octubre, el Ejecutivo apunta a medidas de alto impacto, como la anunciada exención para sueldos brutos menores a $15.000, entre otras en carpeta. Pero la mayoría de las subas salariales se pactaron en dos etapas y la segunda está por llegar. Temor al efecto "foja cero".
En estos días, los recibos de sueldos que las empresas están haciendo llegar a sus empleados vienen con sorpresa: para quienes tienen un ingreso bruto de hasta $15.000 habrá una diferencia de unos $440, que antes iba a las voraces arcas de la AFIP y que, de ahora en más, engrosarán el salario neto.
Es el dinero que se descontaba en concepto del impuesto a las Ganancias. Eso ya no corre más, en virtud del decreto que modificó el piso a partir del cual se comienza a pagar el tributo.
Una buena noticia, sin duda. Equivale a un aumento real del 3,6%, que si bien no da para cambiarle la vida a nadie, sí es una cifra que contribuye a mejorar la situación financiera o a darse algún gustito extra.
Por si el empleado en cuestión estuviera distraído -o por si no hubiera estado atento a los medios de comunicación- en el recibo de sueldo se lo anoticiará respecto de a quién le debe estar agradecido por el inesperado "regalo".
Ocurre que el decreto establece que el beneficio debe figurar discriminado en la descripción de todos los ítems que componen el salario y debe explicitar que es por la decisión del Gobierno.
Este cambio ha llevado a la gran pregunta que, por estas horas, forma parte de las especulaciones y debates políticos: ¿será que ese trabajador, beneficiado por la exención en el pago en Ganancias, sentirá la necesidad de revisar su voto y apoyar al kirchnerismo en las legislativas de octubre?
Por lo visto, es lo que teme buena parte de la oposición política, que se apuró a reclamar el "copyright" de la medida y a acusar al Gobierno de haber tomado la decisión no porque lo motive un deseo de aliviar el peso tributario de la población, sino por un interés electoral.
Temor al efecto "foja cero"
Un tema central es cuán creíble es el Ejecutivo respecto de que, esta vez sí, el beneficio será real y duradero.
Porque el 1,4 millón de asalariados favorecidos conocen perfectamente cómo ha sido el mecanismo con el que ha funcionado este tributo en los últimos años.
En efecto, a cada anuncio sobre una suba del piso del impuesto le seguía un aumento salarial "nominal" (es decir, con el que se busca únicamente acompañar la inflación) que termina neutralizando el beneficio otorgado.
Así, aquellos que habían quedado exentos vuelven a transformarse en aportantes, pese a no haber tenido una mejora real de sus ingresos.
Para evitar el mismo efecto, esta vez, el Ejecutivo, dispuso establecer un innovador y polémico "parche".
Puntualmente, el decreto que establece la suba en el piso de Ganancias ata el beneficio al monto de los sueldos correspondientes a los primeros ocho meses de este año. Es decir, no importará si el empleado entre septiembre y diciembre próximo recibe aumentos salariales que lo hagan sobrepasar los $15.000 brutos mensuales. Igual seguirá exento.
Pero, tal como lo confirman reconocidos tributaristas, se trata de un "parche". Y como tal, trae consecuencias negativas."Hasta fin de año, el parche es útil. Luego, tendremos que esperar qué nuevo mecanismo impondrán para el período fiscal 2014", señalaron tributaristas a este medio que pidieron reserva de identidad.
"Sufrimos estos parches ya que el Congreso sólo delegó en el Ejecutivo la facultad de modificar las deducciones. Pero no le delegó la de modificar las escalas y las alícutotas del Impuesto a las Ganancias", aseguraron los expertos consultados.
Por lo tanto, si bien los asalariados disfrutarán del beneficio hasta terminar el año, nadie sabe que sucederá en unos meses.
Asimismo, los economistas dan por descontado que, pasadas las elecciones, habrá una regulación complementaria que establecerá nuevos niveles para el piso del tributo.
Impacto electoral
Por lo pronto, cuando un trabajador recibe una mejora no se toma la molestia de preguntarse si la motivación de ese plus salarial ha sido una benevolencia sincera o fingida.
Pero el debate político parte del supuesto de que un incremento en los ingresos tiene, necesariamente, un correlato en la intención de voto.
A ese argumento contribuye el hecho de que la performance electoral del oficialismo ha coincidido -durante la era K- con los altibajos del poder adquisitivo de la población.
Sin embargo, no está tan claro si una medida como la adoptada pueda influir de manera decisiva en una elección.
"El principal problema del Gobierno en las PASO fue haber perdido el voto del segmento de bajos ingresos, y no tanto el de la clase media. De manera que este alivio no llega a resolverle ese tema, sino que apenas puede aportarle algo marginalmente", observa Alejandro Catterberg, socio de la consultora Poliarquía.
Para este politólogo, el efecto de la medida para el voto kirchnerista será "entre neutro y moderado, pero de ninguna manera puede esperarse que altere la tendencia".
Curiosamente, quienes más coinciden con este argumento son los analistas cercanos al oficialismo, como Artemio López quien, tras el revés electoral del kirchnerismo en las primarias, propuso "dejar de mirar a los sectores medios y mirar más las demandas de los sectores populares, que fueron históricamente más fieles".
Y sugiere poner el foco en mejorar la gestión, de manera que los programas de asistencia social lleguen efectivamente a los beneficiarios del conurbano.
Otros análisis destacan el hecho de que el alivio de Ganancias apunta al 10% más rico de la población, según la pirámide de ingresos del Indec.
Más explícito aun, el analista Gerardo Fernández plantea que "la medida -además de que a esta altura de los acontecimientos no es redituable en votos- favorece a la crema de los asalariados".
Las primeras encuestas parecen dar la razón a estas posturas: un relevamiento del Instituto de Estudios de Consumo Masivo revela que una mayoría del 74% cree que el alivio en Ganancias constituye "una medida electoralista".
Más consumo... ¿y menos votos?
Como suele suceder la verdad parece estar en un punto intermedio.
Si bien es cierto que el grueso del voto kirchnerista se encuentra en el tercio de la población que pertenece a la economía informal, tampoco puede considerarse que aquellos que hasta ahora estaban tributando por ganar un sueldo neto de $6.938 pertenezcan a la clase alta.
Los 2,3 millones de trabajadores que sufrían algún tipo de descuento -producto de un impuesto originalmente pensado para los altos ingresos- generaron una situación que todos los analistas coinciden en destacar como uno de los peores motivos del malhumor social.
"Nosotros encuestamos regularmente a empresas y ellos transmiten una preocupación muy grande. Han tenido que dedicar grandes recursos a asesorar a los empleados sobre cómo se llenan las planillas, por ejemplo", afirma Calí, de la consultora SEL.
Hay, además, otra apuesta del Gobierno por la cual aspira a mejorar indirectamente su llegada al sector de ingresos bajos: es la esperada reactivación del consumo, provocada por la inesperada presencia de $4.500 millones "en la calle".
Aunque las agremiaciones de comerciantes se muestran entusiasmadas sobre la posibilidad de un gran "shock consumista", los economistas prefieren ser cautelosos antes de pronosticar un impacto fuerte.
"Habrá que ver qué hacen los asalariados ante la baja en ganancias. Personalmente fui muy optimista con el efecto paritarias de la primera parte del año, ya que en desde el punto de vista del consumo pasaron sin pena ni gloria", señala Salvador Si Stefano.
Por su parte, Gabriel Caamaño Gómez, de la consultora Ledesma, cree que en estos momentos una medida de este tipo tiene riesgo inflacionario: "En teoría, puede contribuir a dinamizar la economía, pero hay que ver cuánto de esto se va a incorporar a la oferta efectivamente".
Lo cierto es que, por las dudas de que prevalezca el buen humor, son varios los dirigentes opositores que han celebrado la medida y se atribuyen no sólo la autoría de la idea sino haberle "torcido el brazo" al Gobierno en este tema.
En este contexto, los politólogos creen que la reacción del Ejecutivo fue tardía, pero no por ello se debe suponer que no tenga algún resultado marginalmente positivo.
"No diría que haya mucha gente que revea su voto sólo por quedar exenta de Ganancias, pero sí es posible que el Gobierno mejore su imagen en el sentido de que esta medida, junto con otras que se están tomando estos días -como el canje de la deuda externa- lo muestra retomando el control de la agenda política", observa Catterberg, de Poliarquía.
Incluso, las iniciativas que ahora se están evaluando incluyen las de actualizar las escalas del monotributo una reformulación del régimen de autónomos.
En los próximos días se conocerán las nuevas encuestas con vistas a octubre, y allí ya estará incluido el "factor Ganancias". Para el Gobierno, puede ser la prueba sobre si las viejas armas siguen siendo efectivas o perdieron definitivamente su poder de fuego.
iProfesional
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