Por Carlos Álvarez Cozzi
Cuando hace unas semanas atrás el actual secretario general de la OEA declaró en Asunción antes de la 44ª. Asamblea General de la organización que el “matrimonio” homosexual tenía que ser admitido por la OEA porque sencillamente existe y además que también el aborto debía de ser considerado como un derecho de la mujer, todos pensamos que finalmente el lobby LGTB había logrado su presión definitiva y nos preparamos para lo peor.
Pero la mayoría de los Estados miembro rechazó la redefinición de matrimonio pretendida y tampoco dio su voto para la aprobación del crimen del aborto como un derecho de la mujer. Dos de las reivindicaciones fundamentales de los grupos relativistas de la ideología de género que quieren imponer su agenda al mundo.
Pero las sorpresas siguieron en aumento cuando a nivel de Naciones Unidas tampoco prosperó la misma movida de la agenda gay y la mayoría de los Estados miembro no dio su voto a tales pretensiones antinaturales.
Hay que destacar el hecho porque realmente es providencial e inesperada tal actitud de parte de los organismos internacionales, que como sabemos, hace muchos años, están inficionados de esta ideología y pretenden imponerla a como de lugar. Desde Beijing, a nivel mundial, dicha agenda ha venido trabajando en forma constante para lograr la tan ansiada reingeniería social antinatural. Toda resistencia de los Estados, ONGs o personalidades, era inmediatamente rechazada como conservadora y “retrógrada”.
Sin duda que por lo menos, a nivel americano, la matriz católica de la gran mayoría de los países jugó su papel, a nuestro juicio, aunque el tema pase por la moral natural primero, para rechazar el intento de algunas delegaciones de entrampar los organismos internacionales en las redes de la ideología de género, falsa y antinatural, que sostiene que el sexo no existe, que no se nace con él, y que las personas tienen derecho a cambiar cuantas veces quieran de género, porque el mismo es considerado como un producto cultural y no como algo natural y atribuido al ser humano en el momento mismo de la concepción. Como asimismo que la mujer tenga un “derecho” a matar a su propio hijo.
Ante tal derrota del lobby gay, qué se le puede haber ocurrido al secretario general de Naciones Unidas Banki Moon? Como no pudieron establecer con efecto vinculante para los Estados los “nuevos” conceptos y redefiniciones del matrimonio, para incluir el homosexual y del aborto como derechos humanos, sino que precisamente se optó por lo contrario, han decidido que internamente, a nivel de Naciones Unidas, se considerará a todos los funcionarios del organismo que tengan parejas homosexuales, como constituyentes de una unión entre personas del mismo sexo, con independencia del Derecho propio que regule tales vínculos, conforme al Estado de origen de dichos funcionarios.
Una norma meramente interna que no vincula a los Estados parte. Es definitivamente un reconocimiento de la ONU del fracaso en el intento de imponer a los Estados parte la agenda relativista y de concretar el intento de reingeniería social antinatural. Por tanto, a partir de ahora, por esa resolución que es de dudosa regularidad jurídica, las parejas homosexuales de los funcionarios de la ONU, que son muchas, dado lo extendido, lamentablemente, de ese estilo de vida en el mundo internacional y diplomático, recibirán trato de cónyuges y suponemos que percibirán las prestaciones pensionarias de retiro y fallecimiento en tal calidad.
De cancha grande se pasó en subsidio a jugar en cancha chica. Lo que no hace más que dar partida de defunción, por ahora al menos, a las nefastas iniciativas de algunos Estados complacientes con el lobby agresivo de los grupos LGTB. Por eso, se impone un mesurado festejo y la esperanza que la razón seguirá dominando a la mayoría de los Estados de los máximos organismos internacionales a nivel mundial e interamericano. Pero la lucha continúa porque sabemos que dichos grupos de presión seguirán insistiendo, porque nunca se dan por vencidos.
Fuente: Promover la vida (11/7/14)
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