por Carlos Tórtora
La estrategia electoral para el 2017 y en particular la designación de los candidatos para senadores nacionales por la Provincia de Buenos Aires ya dividen las aguas del PRO.
No es para menos, porque con las expectativas tan concentradas en este distrito, el vencedor bonaerense quedará en un posicionamiento privilegiado para aspirar a la presidencia en el 2019.
En torno a Macri se van consolidando dos bandos. El primero lo lideran Emilio Monzó y Marcos Peña y el segundo, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Los primeros sostienen que deben celebrarse primarias con varias listas y apuestan, sin decirlo en público por ahora, a que Elisa Carrió se imponga como primera candidata. Esta alianza implica, en el fondo, un frente no peronista -y hasta con algunos tintes antiperonistas- cuyo objetivo sería instalar que el justicialismo ha perdido las riendas del distrito que define las elecciones nacionales y que el PRO se afianza con sus propias consignas: o sea, la nueva política, la renovación de candidatos y la fragmentación de los viejos aparatos partidarios.Los dos gobernadores del PRO, Vidal y Larreta, apuestan, en cambio, a que Jorge Macri sea el candidato a primer senador y que una buena parte de los intendentes del PJ sean traccionados por la lista oficialista, en lugar de irse a probar suerte con Sergio Massa o Florencio Randazzo. En síntesis, un resurgimiento del PRO-peronismo incompatible con la postura de Carrió que, intuyendo la pulseada que se viene, está levantando cada vez más el perfil, aprovechando la buena racha de su imagen como fiscal de la República.
Como corresponde, Macri nada dice y deja correr. Si Massa avanza hacia la senaduría y empieza a puntear en las encuestas dejando atrás a Carrió, es probable que termine inclinándose por el plan de Vidal y Larreta. En cambio, si el tigrense da un paso al costado y la deja encabezar la lista a Margarita Stolbizer, el PRO estaría más cómodo, porque el capital electoral del peronismo se repartiría entre Randazzo y CFK, rivales más débiles que Massa y, en el caso de ella, asediada por varios jueces federales.
Dentro del PRO, particularmente de sus intendentes bonaerenses, hay mayor simpatía por Peña y Monzó, que no les exigirían repartir las listas con la siempre voraz dirigencia peronista.
Cambios de gabinete
Los radicales no están ausentes del nuevo mapa y presionan sobre todo a Vidal para que les entregue más cargos (principalmente direcciones generales) en la provincia. Pero Macri estaría estudiando una jugada mayor, que tendría que ver con el obvio déficit de manejo político que está afectando a un gobierno repleto de técnicos y empresarios convencidos de que no hace falta utilizar más las reglas clásicas de la política local.
Ernesto Sanz, que acaba de aparecer como intermediario presidencial con Cristóbal López, podría reemplazar en la Secretaría General de la Presidencia al opaco Fernando de Andreis (salpicado entre otros muchos por los Panama Papers). De este modo, el presidente empezaría a paliar su carencia de políticos en el gabinete y la UCR dejaría de quejarse en voz baja de que sus figuras no son convocadas a cargos de primera línea.
Todo indica que Sanz terminaría reforzando el bando de Peña, Carrió y Monzó, que serviría para frenar al peronismo. Para junio, dicen, se desataría una ola de cambios en un gabinete donde las tensiones mayores se viven entre los muchos ministros que tienen competencias económicas.
Informador Público (18/5/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario