El premio Nobel de la Paz alentó las Primaveras Árabes que terminaron en estallidos violentos y se alió con los “rebeldes moderados” para derrocar a Al Assad. Ahora esos grupos han mutado en organizaciones terroristas similares al Estado Islámico, pero eso no parece importarle demasiado a Obama en su intento por imponerse a Rusia.
por Arturo García
Cinco años después de que la inmolación del joven tunecino Mohamed Buazizi desencadenara una oleada de protestas en todos los regímenes autocráticos del mundo árabe, la situación de cada país ha seguido caminos muy diferentes que han llevado a una pequeña democratización en algunos de ellos y a la guerra, el yihadismo y el caos del Estado en la inmensa mayoría.
200.000 muertos y diez millones desplazados en la guerra de Siria no parecen un buen saldo para el proceso revolucionario.
El régimen de Bashar al Assad, que se ha convertido en un actor clave en el futuro del país, sufrió el levantamiento popular más feroz que tardó poco meses en convertirse en una guerra civil en la que los bandos todavía no están claros.
Estados Unido financió aún entonces a un sinfín de “rebeldes moderados” para derrocar a Al Assad. Las tropas norteamericanas entrenaron a los combatientes, entregaron armamento y les instruyeron en el arte de la guerra.
Pronto esos grupos derivaron en facciones islamistas muy similares al Estado Islámico, el grupo terrorista objetivo prioritario para los americanos, que aplicaban la misma legislación (sharia) y los mismos castigos. Estados Unidos trató entonces de esconder su apoyo y se ciñó a las informaciones sesgadas acerca de Al Assad, con el objetivo de convencer a la opinión internacional de que los crímenes islamistas estaban justificados.
Una de esas facciones rebeldes resulto ser Al Nusra, la rama en Siria e Irak de Al Qaeda. El grupo tardó poco en desvelar sus verdaderas intenciones, tomar el poder para imponer un califato islámico, y comenzó una campaña de secuestros y atentados muy lejos del objetivo inicial: vencer a las tropas sirias para iniciar un proceso democrático sobre el país.
Con las cartas sobre la mesa, podría esperarse que Barack Obama cesara en su empeño de derrocar a Al Assad por todos los medios, más aún cuando sus índices de popularidad han crecido durante los últimos meses, pero no ha sido así. El Nobel de la Paz ha continuado armando a los rebeldes con el objetivo de vencer al ejército sirio y, por ende, a la aviación rusa que colabora en la lucha contra los radicales islámicos.
Han sido los propios yihadistas los que han decidido tirar de la manta. Un comandante de Al Nusra, que hace unos meses se declaró grupo independiente de Al Qaeda y pasó a denominarse Frente Fath al-Sham, ha desvelado que Estados Unidos continúa suministrando misiles guiados TOW y asesoramiento militar en Siria para tratar de desnivelar el tablero geoestratégico con respecto, ya no al Ejército Sirio, sino a Rusia y Vladimir Putin.
Abu Al Ezz, así se hace llamar este muyahidín, ha explicado que Washington financia la “causa” de forma indirecta, a través de países que sí apoyan abiertamente la labor de Al Nusra. Aunque el armamento supone un balón de oxígeno para los yihadistas, que han visto como la aviación rusa ha mermado su capacidad militar, todavía quieren más. “Si queremos acabar con las fuerzas sirias, es necesario recibir armas más sofisticadas”, ha sentenciado.
“Hemos ganado batallas gracias a los misiles antitanque TOW. Sin la ayuda norteamericana sería imposible continuar luchando”, ha explicado Al Ezz, que cree que el equilibro de fuerzas frente al Ejército sirio sólo se logrará con “más colaboración”. El armamento, siempre según el yihadista, fue proporcionado a la organización por orden directa del Pentágono.
"Las fuerzas gubernamentales tienen una ventaja porque cuentan con aviación y lanzadores de misiles, pero nosotros tenemos los sistemas TOW fabricados en EE.UU., y la situación en algunas zonas está bajo control", ha subrayado.
No es solamente EE.UU.
Aunque el apoyo norteamericano resulta fundamental para la supervivencia del Frente Al Nusra, los terroristas también han recibido apoyo de otros países como Turquía, Qatar o Arabia Saudí. La tibieza del régimen de Riad durante la crisis de refugiados, se negó a acoger migrantes en su territorio a pesar de contar con grandes instalaciones para ello, fue premiada con un puesto de honor en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Al Ezz ha reconocido que la financiación llega de forma directa desde Washington, Arabia Saudí y Qatar: “El dinero proviene de los Gobiernos de esos estados, no de individuos privados”, ha aseverado.
Por su parte, Estados Unidos ha negado que esté prestando apoyo a ese grupo terrorista. "Nunca hemos proporcionado al Frente al Nusra ninguna ayuda. Lo consideramos como una organización terrorista internacional, filial de Al Qaeda, y buscamos su destrucción", ha sentenciado el portavoz adjunto del Departamento de Estado, Mark Toner.
‘Estamos preocupados’
El propio Toner admitía hace unos meses “cierta preocupación” con las acciones de estos grupos. A finales de julio, los combatientes de Nuredin al Zinki, el enésimo grupo islamista que recibió la inestimable ayuda de Obama, se convirtieron en los tristes protagonistas de uno de los vídeos más crueles y despreciables del conflicto sirio.
Varios militantes de este grupo cortaron la cabeza a un niño de 12 años, al que habían acusado de apoyar al régimen de Al Assad. El pequeño fue ejecutado en una calle del barrio de Al Mashhad, en la ciudad de Alepo, por los rebeldes que lo acusaron de combatir en las filas de las brigadas Al Quds, un grupo palestino que lucha en favor del gobierno sirio.
‘Obama se alió con Al Qaeda’
En este sentido, el exembajador del Reino Unido en Siria, afirmó que las tropas norteamericanas trabajan con los yihadistas como parte de su "obsesión" de utilizar "los llamados grupos de oposición moderada" para derrocar al Gobierno sirio.
Ford criticó duramente a Washington por su "obsesión de deshacerse de Al Assad y el gobierno secular de Siria", que les lleva a la alianza con "su archienemigos" y a la pérdida de "toda competencia moral y práctica".
El siguiente problema de Oriente Próximo
En el mes de febrero, el grupo de pensamiento Centro para la Religión y la Geopolítica desvelaba que al menos al menos 15 grupos rebeldes sirios, que comprenden a cerca de 65.000 combatientes, compartían la ideología del Estado Islámico y lucharán por sus mismos objetivos si es derrotado
Este "think tank", ligado al ex primer ministro británico Tony Blair, señalaba en su informe que el 60 % de los rebeldes que participan en el conflicto pueden ser clasificados como islamistas.
"Occidente se arriesga a cometer un error estratégico centrándose solamente en el Estado Islámico. Derrotarlo militarmente no acabará con el yihadismo global. No podemos bombardear una ideología", afirmaba el documento.
‘Las etiquetas no tienen validez’
Las decisiones de Obama en Oriente Próximo han alterado el panorama político, pero también han alentado a las organizaciones yihadistas de todo el mundo. Sin embargo, para el presidente norteamericano la etiqueta "islam radical" es una mera distracción política. Estas palabras fueron pronunciadas días después del ataque de un "lobo solitario", que había jurado lealtad al Estado Islámico, que se llevó por delante la vida de 49 personas.
El demócrata optó por la corrección política para no levantar ampollas y se negó a llamar a las cosas por su nombre. Es más, el propio líder del ‘mundo libre’ ha evitado el uso de términos como ‘terrorismo islamista’, ‘musulmán’ o ‘islam’ en su rueda de prensa televisada.
La Gaceta
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