sábado, 1 de octubre de 2016

La dictadura del pensamiento único en China y en España

por Luis Fernando Pérez Bustamante
La dictadura china acaba de confirmar, e incluso edurecer, la legislación sobre las confesiones religiosas.
Por más que la diplomacia vaticana se empeña en llega a un acuerdo con los comunistas del gigante asiático, estos no tienen intención de moverse de sus posiciones. Parece que ellos son más firmes en sus creencias que aquellos que deberían dedicarse a defender a los católicos chinos. Entre las normas que la dictadura del país asiático impone está el derecho del Estado de obligar y hacer asistir a lecciones de ateísmo y marxismo en las escuelas religiosas.
Cambien ustedes ateísmo y marxismo por “ideología de género” y eso es exactamente lo que está ocurriendo en España, al menos en algunas comunidades autónomas como la de Madrid. De forma muy “democrática” un parlamento ha aprobado que en las escuelas se imponga a la fuerza esa ideología. Y quien se oponga a ella, corre un doble peligro. Por una parte, pasa a ser considerado un apestado social al que conviene machacar por tierra, mar y aire. Por otra, puede acabar siendo objeto de multas y sanciones administrativas.
El silencio cómplice de algunos ante esa imposición facistoide no encontró eco en los pastores de las diócesis de Getafe y Alcalá de Henares. Esto dijeron sobre las consecuencias de la ley madrileña. La misma supone:
Un ataque a la libertad religiosa y de conciencia (Ej: Art. 3-o, Art. 70-4-c, Art. 72-3).
Un ataque y censura al derecho de los padres a educar a sus hijos según sus propias creencias y convicciones. Del mismo modo es un atropello a los idearios que inspiran la libertad de enseñanza (Cf. Capítulo XI, Medidas en el ámbito educativo. Ej: Art. 29-2, Art. 31-9, Art. 32, Art. 34).
Un atentado a la libertad de expresión, a la libertad de cátedra, a la libertad de los científicos y profesionales en la búsqueda de la verdad, y a la libertad de las personas para orientar su vida o para pedir ayuda, incluso religiosa, en aquello que crean necesitar (Cf. Capítulo XI, Medidas en el ámbito educativo; y Capítulo XII, Medidas en el ámbito de la salud. Ej: Art. 3-o, Art. 31, Art. 36, Art. 70-4-c, Art. 72-3). Consideramos, por ello, que se trata, en su esencia, de una ley arbitraria que no contempla ni siquiera la objeción de conciencia.
Si alguien tenía alguna duda sobre la verdad de las palabras de esos pastores fieles a su ministerio, queda despejada con lo que acaba de ocurrir con el director del colegio de la Fundación Educatio Servanda en Alcorcón. Don Carlos Martínez cometió la “osadía” de escribir una carta a las familias de los alumnos de su colegio en la que criticaba la ley de adoctrinamiento LGTBI de la Comunidad de Madrid. Y eso ha provocado la reacción furibunda del progresismo de izquierdas y de derechas -es la misma cosa-, que pide ni más ni menos que la retirada del concierto económico al colegio. Eso supondría con casi total seguirdad su cierre, ya que difícilmente las familias podrán pagar el dinero necesario para sostener el centro.
La presidenta de la comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, que tan bien tratada es por los medios de comunicación propiedad de la Conferencia Episcopal Española, ha reaccionado de la siguiente manera:
«Hay que ver hasta dónde llega la libertad de expresión de esta persona, que indudablemente la tiene, y también pero hay que ver si sus actuaciones como director del colegio pueden suponer también alguna forma de presión a alumnos y padres».
¿Y a quién le toca decidir si las actuaciones de don Carlos son una presión a los alumnos y padres? Pues a ella, obviamente. Más concretamente a la Consejería de Educación Juventud y Deporte. Y más concretamente, dentro de esa consejería, a la dirección general de Educación. Y he aquí lo realmente peculiar. Resulta que el director general de Educación de Madrid es don Juan José Nieto, que pertenece al Opus Dei. Tanto es así, que cuando dirigía un instituto en Leganés, hizo estas declaraciones:
“En el Opus Dei he aprendido a esforzarme por hacer bien mi trabajo, y ahora desde la dirección del centro es lo que intento. Para un cristiano corriente como yo, el trabajo es camino para conseguir la felicidad aquí en la tierra y después en el cielo“
Uno se pregunta cómo se puede ser católico y pertenecer a un gobierno que impone la ideología de género. Pero en todo caso, cabe supone que don Juan José hará todo lo que esté en su mano para que su hermano en la fe don Carlos Martínez y la Fundación Educatio Servanda, tan católica como el Opus Dei, no sean arrojados al foso de los leones. Otra cosa es lo que ocurrirá cuando al frente de la dirección general de educación de Madrid esté alguno de los totalitarios de izquierda o de derecha que quieren imponer a todos los colegios católicos -los que lo son de verdad y los que lo son solo de palabra- una ideología que la Iglesia rechaza, condena y, siquiera en parte, combate.
Todo esto demuestra que la democracia parlamentaria puede ser un régimen tan tiránico como la mayor de las dictaduras del mundo. Un régimen y otro quieren aplastar los valores religiosos, y el derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a dichos valores, en nombre de una ideología.  Un cristiano auténtico, no acomodado al mundo, no entregado al ídolo de lo políticamente correcto, no puede hacer otra cosa que oponerse a dicha tiranía. Si eso le vale el martirio, sea de sangre, sea social, loado sea el Señor que le concede la gracia para soportarlo. A los tibios, como siempre recuerdo, los vomitará Cristo.


Fuente: Cor ad cor loquitur (29/9/16)

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