martes, 7 de febrero de 2017

El “tetazo” gramsciano.

Por Juan Etchebarne Gainza
Con el "tetazo" son los gramscianos los que nos están  presentando la batalla cultural estúpida!
Antonio Gramsci, líder del Partido Comunista italiano, descubrió la ¡pólvora intelectual! en los años treinta. Aquél vislumbró que la “revolución armada”, sostenida a partir de 1864 con la primera “Internacional Socialista” por los Soviets arcaicos del marxismo-leninismo ortodoxo, si bien era metodológicamente acelerada tenía efecto no prolongado y por ello, él, instaba a la “evolución cultural” de los menores para afianzar el resultado y la dominación totalitaria mundial del fascismo rojo o imperialismo soviético.
     Luego del Concilio Vaticano II del ´62 (la Iglesia fue infiltrada por agentes soviéticos a partir de 1934 tal como documenta el Padre Miguel Poradowski, además, el filósofo Carlos Alberto Sacheri en su libro “La Iglesia Clandestina” denunció “…seremos fusilados por curas bolcheviques…”, lo que le costó la vida en 1974 al ser ultimado por el ERP, y el Apocalipsis según San Juan predice: “la Abominación se sentará en el Trono de San Pedro”), de la “contracultura” pop-funk de los sesenta, del “Mayo del ’68” parisino, del “Flower Power” de Woodstock del ´69 y de la Revolución portuguesa de los claveles del ´74, el gramscismo allí infiltrado cobró un ímpetu tal entre los jóvenes desprevenidos, que hizo que los intelectuales de la izquierda socialista gramsciana “progresista” tomasen paulatinamente, de manera masiva en los países occidentales, los claustros universitarios, los organismos supranacionales (ONU, UNESCO, OEA, CEPAL, FMI, BID, OCDE o Club de París, etc.) los movimientos artísticos e instituciones culturales (FORO de SAO PAULO, FLACSO, CELS, Coordinadora Radical, etc.), las organizaciones religiosas y los medios de información para propagar e inocular sus “semillas” de resentimiento patológico social y su nociva formación contestataria.
     Así, el gramscismo titiritero, fue sentando las directrices culturales y orientando las conductas sociales de los “idiotas útiles” para, con subrepticia sutileza e imperceptibilidad, haciendo un fino trabajo de zapa que socavase los cimientos fundacionales (tal como la ranita dentro de la olla a la cual le elevan minuciosamente la temperatura del agua para que no salte hasta que se cocina), ir de a poco barriendo con nuestros parámetros morales y con las sanas costumbres de armónica convivencia que son el sostén del ordenamiento socio-jurídico del mundo libre (libre de fascismos “rojo” o comunista o “bolchevismo”, y “negro” o nacional-socialista o “nazismo”).
     Una vez derrumbados el Muro de Berlín en el ’89 y la Cortina de Hierro de la U.R.S.S. en el ´91, la intelectualidad gramsciana se encontró ante la disyuntiva y en la necesidad de mutar camaleónicamente y dinamizarse en permanente movimiento, infiltrando y cooptando cuanto grupo marginal contestatario vociferaba, para continuar con la dialéctica de captación de voluntades y llevar la batalla cultural a la mayor cantidad de planos o frentes posibles para así apabullar a su enemigo natural: el conservadorismo tradicionalista reaccionario de derecha (cuyo lema es ser “conservador en los valores y liberal en lo económico”, defensor acérrimo de la intangibilidad de la propiedad privada y del pleno ejercicio de las libertades individuales y los derechos personalísimos con su correspondiente deber cívico, NO Facista, NI Estatista corporativista dirigista NI tampoco antisemita, del cual el extracto urbano medio trabajador y comerciante, como también el hombre rural, coinciden sin saberlo, a nivel inconsciente, con la filosofía conservadora y es por ello que aún no aliena sus mentes la acción comunizante del gramscismo cultural), así es que hoy los conservadores somos los “rebel” e irreductibles de la sociedades gramscianas contemporáneas y que nos tilden de “retrógradas” más que un demérito es un elogio, y así planteado ¡Bienvenida la Retrogradía! De esta manera, mientras la “gilada” burguesa se daba la gran vida soleándose en sus piletas los fines de semana, el gramscismo se puso manos a la obra quemándose las pestañas para elucubrar cómo sacarles las piletas y ¡las ganas de vivir! Mutó, así, en la denominada “filosofía posmoderna” que pregona el relativismo moral o “era líquida”, el nominalismo y la cultura alternativa. Así es que “lo alternativo” (New Age, Hinduismo, Budismo, Grunge, Millenial, Indigenismo, Hippieismo, Vegetarianismo y Veganismo, los tatuajes y piercings, etc.) va de la mano del gramscismo en detrimento de la proporción estética, las costumbres atávicas y el pensamiento clásico occidental.
     Con esta lógica de batalla y ayudado por la connivencia del Liberalismo “Libertario” o “anarco-capitalismo”, el gramscismo socialista posmoderno, nos presenta su “igualitarismo científico” exacerbado a todos los planos humanísticos, valga la redundancia, de la especie humana (Teológico, político, filosófico, jurídico, antropológico, biológico, histórico, sociológico, psicológico, lingüístico, económico, financiero, laboral, artístico, moda fashion, folklórico, publicitario, semiótico, tecnológico, alimenticio, etc.). Es por ello que esta modalidad bélica metafísica se ha escurrido como el aceite, ya no solo se “iguala” monetariamente al estilo de la ortodoxia marxista, y pretende “equiparar” relativizando lo contranatural a lo natural, lo anormal a lo normal y lo marginal a lo decente.
     Lo estamos ya experimentando, puesto que se ha alcanzado la meta de “reingeniería psico-sociológica gramsciana” con una espeluznante magnitud y una formidable precisión de relojería Suiza. Siendo lo más genial y escalofriante de este proceso: la capacidad para hacer creer a los “idiotas útiles” que sus malas “elecciones” son propias y son “lo más de onda” del planeta, pasando así desapercibido su maquiavélico gramsciano obrar por detrás de estas aparentes decisiones. Es decir, embruteciendo y engañando a la población, pues levantan la bandera de la “diversidad” y en el fondo están “uniformando” hacia el convencionalismo único, así, les han fabricado a los ingenuos una “jaula de oro”, que es una combinación de democracia no representativa con un constante bombardeo publicitario de metamensajes y de entretenimiento ideologizado no constructivo, en donde éstos están atrapados dentro de una “felicidad” artificial sin reconocer su propia esclavitud y penosa degradación humana.
     Así entonces: no hay más ejemplos morales a seguir, todo está bien y vale todo (en el tango “Cambalache” Discépolo lo predijo por ser comunista), no se reconocen las certezas pese a que aquellas sean aún hoy evidentes, se abolieron los juicios de valor objetivos y no se tiene en cuenta, tampoco, la imprescindible enseñanza del particular sentido común, y, para peor, la justicia tribunalicia ha renegado de su concepto y deber de alcanzar “lo justo” reduciéndose fácticamente a ser socialistamente “redistributiva” sin mirar si su fallo es lógico o moralmente aceptable, es decir, “si tenés bienes tenés que dar solo por el hecho de tenerlos, por más que legítimamente corresponda o no darlos”.
     En la misma corriente, siendo aún más pragmático todavía: lo elegante es igual a lo chabacano como el desagradable look playero “Spanish Harlem” promovido por el MTV Channel por ejemplo, lo higiénico y aseado es igual a lo roñoso y desprolijo, lo refinado es igual a lo vulgar, el buen gusto es igual al mal gusto perdiéndose la noción de lo que es “mersa”, (se ha quebrado el “tejido social” suprimiendo los límites socioculturales, uniformado en vestimenta y modales a todos los estratos sociales para así eliminar las nociones de “distinción” y de “conciencia de clase”, donde ya nadie sabe en qué lugar debe estar parado y hasta se evitan mencionar al saludar los apellidos para no diferenciarse de la masa amorfa), el indígena o nativoamericano es igual a los pueblos originarios ¿originarios de Asia será? el aristócrata es lo mismo que el oligarca, el patricio tradicional es igual al recién llegado, el criollo es igual al inmigrante (se nos impone el lobby de que “en la Argentina todos descendemos de inmigrantes” cuando existen 10 millones de criollos de carne y hueso con 17 generaciones de nacidos desde hace 500 años en el territorio frente a los 100 años de los descendientes de arribados durante la Gran Inmigración a partir de 1880. Y la otra falacia cultural de que “al país lo hicieron los inmigrantes” cuando en realidad: al país lo fundaron e hicieron los patricios hispanocriollos, junto con los mestizo-afro-criollos de los demás estamentos y los nativoamericanos o indígenas, y, asimismo, el país fue modernizado por los criollos, emigrantes e inmigrantes dirigidos por el patriciado aristocrático tradicional criollo-emigrante dirigente. Por lo tanto, el hecho de que los descendientes de inmigrantes sean una abrumadora mayoría no les da derecho a arrogarse laureles que les corresponden a otros, cuyos antepasados realizaron sacrificios y padecieron privaciones aún mayores que las que experimentaron los antepasados de los descendientes de inmigrantes. Todo ello se inventa goebbelianamente y pregona a los cuatro vientos por el gramscismo local, en pos de licuar la identidad vernácula hispanocriolla para igualar, homogeneizar y masificar a la sociedad, que desconociendo su identidad y raíces carece de rumbo y está expuesta al manipuleo sociológico: hay prestigiosas universidades locales que hasta sentencian que “el gaucho nunca existió” para seguir prefafricando esta misma tónica de “desraización” y ,asimismo, debido a ello hoy se quieren prohibir las jineteadas hasta pulverizar todo vestigio del “ser criollo”).
     Continuando con la demostración pragmática de la subversión de los valores trastocados: el disciplinado es igual al relajado, el correcto formal es igual al maleducado confianzudo, el sabio es igual al bruto e ignorante, lo místico es igual a lo mundano, el altruismo igual al egoísmo, la inocencia e ingenuidad es igual a la viveza ventajera, lo saludable es igual a lo insano, toda ideología variada y contraria al gramscismo posmoderno se la iguala e identifica con el “nazismo” o “fachismo” (es decir, se aplica una “intolerancia invertida” con viso de tolerante, denigrando e ignorando todo aquello que contradiga la “doctrina” de lo estipulado como “políticamente correcto” y establecido como “pensamiento único” por el gramscismo progre, sin dar pie al diálogo, razonamiento e intercambio intelectual), el matrimonio igualitario es igual al matrimonio heterosexual, el hombre “biológicamente” es igual a la mujer pudiendo “optar” por el sexo y las estéticas de ambos se uniforman con la metrosexualidad masculina (haciendo seres andróginos acordes a la “identidad de género”, cuando en realidad los dos sexos tienen funciones y características bien diferenciadas, llegando al colmo de que los hombres ya no saluden con su apretón de manos sino con un beso al igual que las mujeres), el amor erótico es igual al amor fraternal o maternal promoviendo el incesto, la propiedad y el patrimonio privados se confunden con el erario público para desposeer al propietario (se le hace sentir que no tiene la libre disponibilidad sobre sus propios y legítimos ahorros personalísimos, impidiéndole dolarizarlo o relocalizarlo u ocultarlo fuera del país, pues no se le reconoce que una vez que el dinero entró en su cuenta bancaria el Fisco recaudador no tiene injerencia alguna sobre ese dinero autonómico, cercenándole, así, su independencia económica y aplastándolo con impuestos inconstitucionales para igualarlo a un dependiente del Estado), el empleador es igual al empleado en jerarquía y así el portero tiene más prerrogativas que el dueño consorcista que ha perdido el derecho de dominio, el trabajador es igual al vago, el honesto es igual al corrupto, el terrorista o delincuente victimarios se igualan a sus víctimas, el adulterio es igual a la fidelidad, la promiscuidad es igual a la integridad, la traición es igual a la lealtad, los próceres y prohombres se rebajan de los pedestales para ensalsar forajidos sanguinarios como Fidel Castro y el Ché Guevara, las identidades nacionales y étnicas se igualan al multiculturalismo globalizante, lo que está bien vale lo mismo que lo que está mal, lo íntimo es igual a lo público ¡dá todo lo mismo! Y todo es materia de ser subjetivamente ¡cuestionable!
     Y por eso con el “Tetazo”, sea para amamantar o para exhibir, se quiere desacralizar la intimidad como el ámbito propio para estas acciones, erradicando los valores de DIGNIDAD, UBICACIÓN, RECATO, PUDOR y DECORO como vehículo para corromper a los menores observadores, quienes carecen de madurez suficiente para discernir lo que está bien de lo que está mal y así se lo imponen al desnudo como algo “natural”, haciendo, entonces, que el niño lo emule e internalice como “normal” en su adultez. Y quién dice..si a futuro el hombre y la mujer no perderán el atractivo e interés por el sexo opuesto regalado y expuesto a simple vista. Por lo que la “idiota útil” y estúpida! no ha caído en cuenta de que empezó con el amamantamiento como expresión de la “belleza maternal” fuera de contexto, continuó con el exhibicionismo impúdico, seguirá con el sexo en el parque so pretexto de que “es la expresión máxima del amor y el origen de la vida” (hemos observado un adelanto de este próximo proceder, con la inmundicia de clase práctica del fenómeno “Pos-porno” que se explicitó dentro de una sede de la UBA) y así sucesivamente en este tren de manipulación de “conejillos de India” político-intelectual, hasta caer en lo más oscuro y aberrante del alma humana. Cuyo funesto resultado será la perversión bestializada de las futuras “degeneraciones”.
     Pues, la finalidad última de esta siniestra ideología política, atendiendo al principio filosófico por el cual “las formas llevan a la esencia”, es atacar los detalles derribando los frenos inhibitorios, el grado de tolerancia a la reacción de escándalo y fomentando las conductas sociológicamente desviadas para primero ir destruyendo a la familia, la cual es la célula básica del Estado que brinda contención psicológica e identidad cultural particular al individuo haciéndolo impermeable al socialismo igualitarista. Y segundo para terminar por desintegrar la civilización greco-romana judeo-cristiana que durante milenios ha formado el carácter occidental. Haciendo, con ello, caso al triste célebre postulado de Karl Marx: “construiremos la sociedad socialista sobre los escombros de la sociedad capitalista”.
     La paradoja del aparente “sofisticado y vanguardista progresismo” de izquierdas, es que, pese a encaramarse como adalides del “progreso”, nos proponen como estereotipo “avanzado” a seguir: una jungla de trogloditas (tal como se vé en los ridículos e inexplicables desfiles del “orgullo” gay, cuando existen homosexuales que son sobrios señores respetables sin necesidad de alardear de su condición como tampoco lo hacen los heterosexuales de la suya) que andan en bolas sin educación, sin cultura y sin valores. Entonces su paradigma de progreso propuesto es, en realidad, un retroceso a tiempos de los bárbaros tribales, como si el grado de conocimiento y civilidad alcanzado por la humanidad en decenas de milenios, hubiese transcurrido de balde o no sean tesoros a perpetuar.
     Aquella omisión civilizadora no es inocente, sino que se emplea adrede con el uso de argucias sofísticas y relatos fabulescos para ningunear selectivamente, con miras hacia la prehistoria cultural, toda huella palpable de los jamás inalcanzables, para el socialismo populacho, estándares de exquisito perfeccionamiento filosófico, arquitectónico, artístico, de ingeniería, de sabiduría, de señorío, de protocolo y de refinamiento brindado por todas las aristocracias de cualquier latitud del globo terráqueo. Pues aquellas generan, dentro de los socialistas estrechos, una desproporcionada envidia e impotencia al verse empequeñecidos frente al espejo que les recuerda la grandeza y nobleza de los espíritus más elevados, y en base a ello intentan antagónicamente, a todo vapor, extinguir a los representantes de aquellas élites destacadas y su potencial tanto de continuidad como de probable emulación social a otras clases; es decir, las quieren “popularizar” y las denostan como “altasuciedad” porque su mera presencia ¡les incomoda! Ejerciendo a sus exponentes, de este modo, una exclusión y marginalización a la inversa siendo exclusivamente “aceptables”, quienes se identifican con los postulados posmodernos. O sea, en vez de preservar la excelencia o “areté” y la virtud humana, el socialismo gramsciano, iguala en todo sentido hacia abajo despertando los vicios instintivos más bajos, ruines y primitivos de nuestra especie, ofreciéndonos como pobrísimo “ideal progre” una sociedad homogénea  mediocre, la cual en vez de ser solo “mediopelo” es algo así, peor, como “unipelo”.
     Ahora, creo, los lectores tienen una idea clara y concisa del universal y meticuloso aspecto pertinente a esta declarada batalla cultural, entonces ¿quiénes son los auténticos “retrogradas”, los conservadores reaccionarios paladines de los valores judeo-cristianos occidentales o los “progres” socialistas gramscianos ateos, totalitarios como verdaderos fachistas “bolches” que son e inmorales? Esperemos tomen conciencia a tiempo, aquellos “idiotas útiles” ¡útiles para pocas cosas! quienes aprueban jocosamente estas nuevas “modas” que no son modelo de nada, y que compran sin cesar ni razonar el variado packaging “cool” que les ofrece como “evolución” el “progresismo” socialista gramsciano, sin advertir el “retrocesismo” a que los conducen. Ya que son arreados de las narices como los toros de La Rural y como rebaño de mansas ovejas, hacia el descenso del último eslabón de la cadena antropológica, así entonces, continuarán hasta tocar fondo en la época de las cavernas!
     Ruego no sea ya demasiado tarde para detener la decadencia y “fin de raza” de nuestra ultrajada Civilización. Y por más que el argentino promedio sea manso, fiaca y cobarde, tarde o temprano, le va a caer la ficha de que, por estar en jaque nuestra mismísima esencia y porvenir, todos sí o sí deberán tomar partido y elegir un bando en esta guerra ideológica sin cuartel…vos de qué lado vas a estar chabón?
     Quiero terminar diciendo: Con este asunto del TETAZO he descubierto dos nuevos conceptos que me atañen: en público soy “tetofóbico” aunque en lo privado de la intimidad soy “filoteta”. Moraleja: “hay un momento y un lugar para cada teta”. 



Prensa Republicana (5 febrero, 2017)

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