por Sandro Magister
Este texto lo he recibido de un autorizado hombre de Iglesia y público; he aceptado su petición de no dar a conocer su nombre.
Todos responden a los "dubia" menos el papa. Esta vez le ha tocado a Schönborn de ***
El 13 de julio de 2017 el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, ha hablado durante cuatro horas en el Mary Immaculate College, en Limerick, Irlanda, en dos conferencias y una conversación.
El purpurado austriaco ha intervenido en el contexto del evento “Let’s Talk Family: Let’s Be Family” (Hablemos de familia, somos familia), que forma parte de una serie de manifestaciones organizadas como preparación del encuentro mundial de las familias (1), del que es responsable el dicasterio para los laicos, la familia y la vida, y que se llevará a cabo en Dublín del 21 al 28 de agosto de 2018.
Tras haber leído los reportajes sobre este evento ofrecidos por los principales medios de comunicación especializados (2), no puedo dejar de constatar que todos responden a los “dubia” sometidos al Papa por cuatro cardenales, menos él; y que de este modo, al coro caótico de los comentarios y de las interpretaciones más dispares de “Amoris laetitia” –que no aclaran para nada a los fieles y a los confesores los problemas suscitados por el documento– se ha añadido una nueva voz o, mejor, una nueva niebla.
Y esto porque los argumentos ofrecidos por el arzobispo de Viena –tal como han sido referidos por los medios de comunicación más fiables– no convencen. Veamos cuáles son los principales.
1. Una reprimenda inoportuna
En primer lugar, Schönborn reprende a los cardenales de los “dubia”. Por el hecho de haber pedido respetuosamente audiencia, los acusa de haber ejercido presión sobre el Papa. Habrían podido pedir audiencia, pero sin decirlo públicamente. He aquí las palabras exactas del arzobispo austriaco:
“Que unos cardenales, que deberían ser los colaboradores más cercanos del Papa, intenten forzarlo y presionarlo para que dé una respuesta pública a su carta, hecha pública, es un comportamiento absolutamente impropio. Perdonen si lo digo. Si quieren tener una audiencia con el Papa, que pidan una audiencia, pero que no hagan público que han pedido una audiencia” (3).
Me pregunto si el cardenal Schönborn, en relación a las discusiones surgidas en el curso de los últimos sínodos de los obispos, y que han seguido después de la publicación de “Amoris Laetitia”, ha leído y/o cree las siguientes palabras del Papa, de las que cito algunos pasajes:
“Una condición general de base es esta: hablar claro. Que nadie diga: «Esto no se puede decir; pensará de mí así o así…». Se necesita decir todo lo que se siente con parresía. Después del último Consistorio (febrero de 2014), en el que se habló de la familia, un cardenal me escribió diciendo: lástima que algunos cardenales no tuvieron la valentía de decir algunas cosas por respeto al Papa, considerando quizás que el Papa pensara algo diverso. Esto no está bien, esto no es sinodalidad, porque es necesario decir todo lo que en el Señor se siente el deber de decir: sin respeto humano, sin timidez. Y, al mismo tiempo, se debe escuchar con humildad y acoger con corazón abierto lo que dicen los hermanos. Con estas dos actitudes se ejerce la sinodalidad” (4).
“Personalmente me hubiese preocupado mucho y entristecido si no hubiesen estado estas tentaciones y estas animados debates; este movimiento de los espíritus, como lo llamaba san Ignacio (EE, 6), si todos hubiesen estado de acuerdo o silenciosos en una falsa y quietista paz” (5).
“La complejidad de los temas planteados nos mostró la necesidad de seguir profundizando con libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales” (6).
“Tened valentía para enseñarnos, tened la valentía de enseñarnos que es más fácil construir puentes que levantar muros” (7).
El Papa Francisco no hace otra cosa que hablar de parresía, de sinodalidad y de no construir muros, sino puentes. Ha dicho que si no hubiera habido discusiones animadas en el sínodo se hubiera preocupado y entristecido. Ha escrito en “Amoris laetitia”, el documento objeto de estas animadas discusiones, que es necesario “seguir profundizando con libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales”.
Y ahora, este mismo pontífice, a pesar de susodichas palabras, decide no recibir a estos cuatro cardenales que le han pedido audiencia de manera humilde y legítima… ¿Y ellos no deberían decir nada? ¡Realmente el cardenal Schönborn tiene un extraño concepto de parresía!
2. Confusión doctrinal
Tras esta infundada queja por parte del arzobispo de Viena, afrontemos ahora cuestiones más doctrinales.
Recojo aquí tres afirmaciones de Schönborn:
– “La teología moral se sostiene sobre dos pilares: los principios y, en consecuencia, en los pasos prudentes que hay que hacer para aplicarlos a la realidad” (8).
– En ‘Amoris laetitia’ Francisco “vuelve a menudo a cuanto dijo en ‘Evangelii gaudium’: que un pequeño paso hacia el bien hecho en circunstancias difíciles puede valer más que una sólida vida moral en situación cómoda” (9).
– “El bonum posible en teología moral es un concepto importante que ha sido a menudo descuidado […] ¿Cuál es el bien posible que una persona o una pareja puede realizar en circunstancias difíciles?” (10).
Empecemos a analizar la primera afirmación. ¿Cuáles son los pasos prudentes que hay que hacer para aplicar los principios de la moral a la realidad?
La prudencia, “recta ratio agibilium”, elige los medios según el fin: pero no los elige arbitrariamente, pues está vinculada a la verdad. En consecuencia, la prudencia, para ser tal, no puede elegir medios malos, o actos intrínsecamente malos, que necesariamente son siempre imprudentes. De hecho, un acto prudente debe ser, en sí, bueno; si no es bueno, no es prudente. Y para que un acto sea bueno –y, por lo tanto, también prudente– no siempre son suficientes las intenciones o las circunstancias.
Esto es lo que, infaliblemente, propone la Iglesia para que creamos. Así lo enseñaba San Juan Pablo II en la encíclica “Veritatis splendor”:“Cada uno de nosotros conoce la importancia de la doctrina que representa el núcleo de las enseñanzas de esta encíclica y que hoy volvemos a recordar con la autoridad del sucesor de Pedro. Cada uno de nosotros puede advertir la gravedad de cuanto está en juego, no sólo para cada persona sino también para toda la sociedad, con la reafirmación de la universalidad e inmutabilidad de los mandamientos morales y, en particular, de aquellos que prohiben siempre y sin excepción los actos intrínsecamente malos” (11).
El fin nunca justifica los medios, por lo que el fin no hace que una acción mala sea prudente o proporcionada al fin último. Por lo tanto, si es verdad que “la teología moral se sostiene sobre dos pilares: los principios y, en consecuencia, en los pasos prudentes que hay que hacer para aplicarlos a la realidad”, la convivencia “more uxorio” de dos personas que no son marido y mujer nunca será una aplicación prudente de los principios a la realidad objetiva (12).
La segunda afirmación elogia los pequeños pasos hacia el bien, sobre todo los realizados en estado de dificultad. Pero las acciones que son siempre malas, prescindiendo de las circunstancias, nunca son un pequeño paso hacia el bien, sino un paso –más o menos grave– hacia el mal. Puede haber muchos pequeños pasos hacia el bien, realizados por personas que viven en estado de pecado (caridad, oración, participación a la vida de la Iglesia, etc.), pero los actos que los acercan no son aquellos que los constituyen en estado de pecado: estos se oponen, inevitablemente, al camino hacia el bien, al movimiento de la criatura racional hacia Dios, como diría Santo Tomás de Aquino (13).
La tercera afirmación valoriza la categoría de bien posible. Es una bella categoría si es interpretada correctamente (pensemos al dicho de San Felipe Neri: “Sed buenos si podéis”). Pero es engañoso si se olvidan las palabras de San Pablo: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana. Dios es fiel, y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla” (14). Es engañoso si fuera contrario a cuanto define infaliblemente el Concilio de Trento: “Nadie, además, por cuanto esté justificado, debe considerarse libre de la observancia de los mandamientos, nadie debe hacer propia esa expresión temeraria y prohibida por los Padres so pena de excomunión, es decir, que es imposible para el hombre justificado observar los mandamientos de Dios” (15). Es engañoso si, contra la doctrina católica de la justificación, se abrieran las puertas –también en otros términos– a la concupiscencia invencible de tipo jansenista, o al condicionamiento de unos hechos sociales más fuertes que la gracia, incluso más que el libre arbitrio.
3. “Amoris laetitia” es católica: lo garantiza Schönborn
El portal “Crux” cita también un episodio, narrado por el mismo cardenal:
“Schönborn ha revelado que cuando se reunió con el Papa Francisco poco después de la presentación de ‘Amoris Laetitia’, el pontífice le expresó su agradecimiento y le preguntó si Amoris Laetitia era ortodoxo. Le respondió: ‘Santo Padre, es totalmente ortodoxo’. Schönborn ha añadido que a los pocos días recibió una nota de Francisco que decía: ‘Gracias por lo que me dijo. Me ha tranquilizado’”(16).
Este relato, si por un lado revela la humildad de Francisco al pedir una opinión a sus teólogos de confianza, no elimina el hecho que debería ser el Papa quien diera respuesta a los teólogos, obispos y cardenales que, con la parresía solicitada e impulsada por el propio pontífice, le expresan graves preocupaciones por el estado de la Iglesia que, de hecho, está verdaderamente dividida y herida por las interpretaciones divergentes con las que “Amoris laetitia” ha sido propuesto por diversos episcopados.
4. Conclusión
El cardenal Carlo Caffarra, en un discurso al comité científico del Instituto “Veritatis Splendor” de Bolonia (17), individuó algunos desafíos actuales a los que los cristianos tienen que responder: relativismo, amoralismo e individualismo.
Acerca del amoralismo, el entonces arzobispo de Bolonia dijo:
“He hablado de amoralidad en un sentido concreto. En el sentido que la afirmación según la cual ‘existen actos que, por sí mismos y en sí mismos independientemente de las circunstancias, son siempre gravemente ilícitos’ [Ex. Ap. ‘Reconciliatio et penitentia’ 17; EV 9/1123] no está fundada [según la mentalidad actual]”.
El cardenal Caffarra puso en guardia contra algunas pseudo-soluciones de dichos problemas:
“Una primera pseudo-solución es evadirse de la confrontación verdadera y seria de estos desafíos. Evadirse significa asumir de manera general el resto del fideismo, rechazando la dimensión veritativa de la fe cristiana. Es la verdadera y propia indisponibilidad, no necesariamente intencionada, a la confrontación seria y rigurosa a nivel propiamente cultural. Es evadirse en una fe sólo exclamada y no interrogada, únicamente afirmada y no pensada”.
Evadirse ¡”en una fe sólo exclamada y no interrogada”! Cuántas veces oímos exclamar las palabras misericordia, conciencia, madurez, responsabilidad, etc., pero rechazando una verdadera búsqueda del “intellectus fidei”, de la comprensión profunda de las razones de la fe.
Las argumentaciones de Schömborn han sido enmarcadas “ante litteram” precisamente por estas consideraciones del cardenal Caffarra sobre el rechazo sustancial (no necesariamente intencional) de la “dimensión veritativa de la fe cristiana”:
– “etsi veritas non daretur”, como si no existiera la verdad inmutable sobre el hombre y los sacramentos;
– “etsi bonum non daretur”, como si no existiera un bien objetivo que hay que hacer y un mal igualmente objetivo que hay que evitar, ninguno de ellos decididos, sino encontrados y elegidos libremente por el hombre en conciencia;
– “etsi gratia non daretur”, como si el hombre hubiera sido olvidado por Dios en una situación-trampa, en la que la única opción es pecar.
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NOTAS
(1) Para informaciones ver: http://www.worldmeeting2018.ie/
(2) Al no haber sido publicadas íntegramente las intervenciones del cardenal Schönborn, remito a cuando referido por el portal “Crux” que, entre los portales consultados, es el que nos ha parecido más completo. Los propios editores definen a “Crux” como “un portal de noticias independiente y católico, realizado en colaboración con los Caballeros de Colón”. Los textos en inglés citados en las notas han sido tomados todos ellos de este portal. Otro reportaje bastante exhaustivo se puede leer en “Catholic Ireland“.
(3) “That cardinals, who should be the closest collaborators of the pope, try to force him, to put pressure on him to give a public response to their publicized, personal letter to the pope – this is absolutely inconvenient behaviour, I’m sorry to say. If they want to have an audience with the pope, they ask for an audience; but they do not publish that they asked for an audience”.
(4) Primera congregación general de la III Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los Obispos, Palabras del Santo Padre Francisco a los Padres sinodales, 6 de octubre de 2014.
(5) Discurso del Santo Padre Francisco para la conclusión de la III Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los Obispos, 18 de octubre de 2014.
(6) Exhortación “Amoris laetitia”, n. 2.
(7) Durante la vigilia de oración con los jóvenes en el Campus Misericordiae, durante la XXXI Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia.
(8) “Moral theology stands on two feet: Principles, and then the prudential steps to apply them to reality”.
(9) “Often comes back to what he said in ‘Evangelii Gaudium’, that a little step towards the good done under difficult circumstances can be more valuable than a moral solid life under comfortable circumstances”.
(10) “The ‘bonum possibile’ in moral theology is an important concept that has been so often neglected. […] What is the possible good that a person or a couple can achieve in difficult circumstances?”.
(11) Carta encíclica “Veritatis splendor”, n. 115, 6 de agosto de 1993; el subrayado es mío.
(12) Basta citar, como ejemplo, cuanto afirma la Declaración de la congregación para la doctrina de la fe “Persona humana” acerca de algunas cuestiones de ética sexual, del 29 de diciembre de 1975: “Según la tradición cristiana y la doctrina de la Iglesia, y como también lo reconoce la recta razón, el orden moral de la sexualidad comporta para la vida humana bienes tan elevados, que toda violación directa de este orden es objetivamente grave”.
(13) “De motu rationalis creaturae in Deum”: “Summa theologiae”, Iª q. 2 pr.
(14) 1 Cor 10, 13.
(15) Decreto sobre la justificación del 13 de enero de 1547, Sessio VI, cap. 11 (DS/36 1536).
(16) “Schönborn revealed that when he met the Pope shortly after the presentation of ‘Amoris’, Francis thanked him, and asked him if the document was orthodox. ‘I said, Holy Father, it is fully orthodox’, Schönborn told us he told the pope, adding that a few days later he received from Francis a little note that said: ‘Thank you for that word. That gave me comfort’.”
(17) “El cristiano y los desafíos actuales“, Encuentro del Comité Científico del Instituto “Veritatis Splendor”, 3 de junio de 2005.
Blogs de InfoVaticana (Settimo Cielo)(25 Julio, 2017)
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