miércoles, 16 de agosto de 2017

Ideología laicista, una nueva religión.

Padre Pacho 
Hoy el laicismo tiende a convertirse en una nueva religión, queriendo sustituir una antigua teocracia por una nueva ideocracia.
Toda una religión civil, sin Dios y sin vida después de la muerte. Ideología que considera la fe de los ciudadanos como simple “superstición”. Su gran estrategia para posicionarse, confinar cualquier creencia, a la conciencia individual, al ámbito de lo privado, so pretexto que con ello protege el ámbito público y salvaguarda el bien común.
La gran estrategia del laicismo para posicionarse es confinar cualquier creencia, a la conciencia individual, al ámbito de lo privado, so pretexto que con ello protege el ámbito público y salvaguarda el bien común.
La gran estrategia del laicismo para posicionarse es confinar cualquier creencia, a la conciencia individual, al ámbito de lo privado, so pretexto que con ello protege el ámbito público y salvaguarda el bien común.
El estado laicista, nacido del pensamiento renacentista, pretende, bajo el lema de “libertad e igualdad” imponer una independencia de un hombre autosuficiente para gobernarse, con total autonomía; sin condicionamientos morales o religiosos; capaz de conocerse a sí mismo, en una sociedad que se basta a sí misma sin esclavitudes ni creencias.
El estado laicista, apelando a su neutralidad, pone en peligro la libertad religiosa, convirtiéndose así en confesional, al no conceder espacio público a la fe. Todo un clericalismo por lo civil, pregonándose las celebraciones como la navidad y la pascua laica; imponiendo nuevos valores civiles, establecidos por la vía del consenso como la mejor forma de llevar los nuevos principios éticos, a la sociedad.
El estado no es un ente deshumanizado, lo componen ciudadanos, que sienten y creen en su mayoría. Un estado que siendo aconfesional, debe salvaguardar la cooperación del poder público y el orden religioso, cuyo papel esencial e insustituible es la construcción de la vida social, donde se permite la opción libre de creer. Un estado que siendo laico, no es contrario a una constitución, que ordena, la intervención entre el poder público y el orden religioso.
El estado debe velar y salvaguardar, la dignidad, de quienes tienen exigen sus derechos. Aunque el principio de laicidad separe los papeles entre Iglesia y estado, y ello es válido, no debe negarle al elemento religioso, su papel esencial e insustituible de velar, por la dimensión espiritual del ser humano.
Un estado laico está separado de cualquier Iglesia y actúa de modo autónomo, desarrollando su pensamiento de modo racional, pero sin excluir la dimensión religiosa y sobrenatural. El laicismo, por el contrario, lucha fanáticamente, por eliminar la dimensión trascendente del hombre.

VoxTempli.org (16/8/17)

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