jueves, 14 de diciembre de 2017

El terrorismo mapuche y la "iglesia clandestina"...ya descarada (I)

 por  Mª Virginia Olivera de Gristelli
  “Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad.

La religión fundada por Jesucristo se veía colocada firmemente en el grado de honor que le corresponde y florecía en todas partes gracias a la adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los magistrados…” (León XIII – Inmortale Dei)

    *****
    “La connivencia entre comunismo y neo-modernismo progresista es una constante que casi no conoce excepciones. “ (Carlos A. Sacheri: La Iglesia clandestina)

Una de las consecuencias más graves de haber renegado del Reinado social de Cristo ha sido, sin duda alguna, la concepción liberal de que la fe debe permanecer relegada a la propia conciencia y al ámbito exclusivamente religioso o más bien “espiritual”, sin requerirse en absoluto referencia al orden público.

De este modo, como un sopor brumoso ha ido penetrando en las inteligencias de muchísimos fieles, no sólo adormeciéndolas sino convirtiéndolas en una suerte de “cubeteras” con compartimentos estancos, incapaces de establecer las necesarias vinculaciones entre su fe y todos los órdenes de la vida pública y privada, de modo que impregne inevitablemente la cultura, política, economía, arte, entretenimientos, etc.

 
 Todavía algunos pueden vislumbrar (y a este paso, no sé por cuánto tiempo) las necesarias implicancias sobre la moral personal o familiar, pero la gran mayoría considera que es completamente ocioso e irrelevante que un católico tenga opinión formada en política, a excepción, claro, de la profesión de fe democrática-tolerante que parece que han anexado al Catecismo.

Se comprende entonces que millones de católicos hayan celebrado con ferviente devoción el centenario de las apariciones de Fátima, pero sólo una ínfima parte de éstos comprenda la inquebrantable vinculación de éste con el de la Revolución Comunista, y la –imperecedera- definición que el Magisterio de la Iglesia ha dado del comunismo como intrínsecamente perverso, esto es, diabólico.

Esta miopía para reconocer la gravedad del tema afecta no sólo a los fieles, sino a una considerable porción del clero y del episcopado, (de)formado a la sombra del modernismo teológico. Como consecuencia de ello, son en buena parte sacerdotes, obispos y consagrados, quienes tal vez mejor contribuyen a la expansión del marxismo en sus múltiples ramificaciones: histórica, teológica, litúrigica, “pastoral”, ya sea por ignorancia, pasividad indolente o explícita colaboración con el enemigo. Su aporte es sencillamente “magnífico” entre el pueblo fiel…

Por eso tantos se “tragan", por ejemplo, la propuesta de elevación a los altares (en algunos sitios, ya de hecho allí sin esperar juicio eclesial) de personajes como Mons. Enrique Angelleli. Los mismos que no vacilan en celebrar el Santo Sacrificio del altar (¿creen en ello?) ante un trapo con el Che, y una imagen de la guerrillera Milagro Sala sobre la “mesa"…

Esto es ya irrespirable, y se hace tremendamente difícil reconocer a esas personas como “pastores” católicos. Les parecerá a algunos que tienen mucho “olor a oveja"…, pero lo cierto es que apestan, ¡preferimos olor a Cristo!!, y este deseo no puede considerarse rebeldía ni insolencia.

…¿Y a qué viene este prolegómeno? A que una vez más, la progresía eclesial se convierte en patrocinadora de la subversión marxista (ideología de género, homoherejía, feminismo, indigenismo, ecumenismo sincretista, etc.etc.) enemiga de la verdadera Iglesia de Cristo y de la verdadera dignidad del hombre y de las naciones nacidas al amparo de la Cruz redentora. Lo más grave de ello es que lo que ponía sobre alerta a muchos hace unas décadas, ha tomado carta de ciudadanía entre fieles de buena fe y ya no les “hace ruido". Están anestesiados..

La Iglesia clandestina es el nombre de una obra de Carlos A. Sacheri que tal vez haya precipitado su martirio a manos del terrorismo marxista. Allí señala acertadamente lo que hoy debería ser tenido en cuenta por todos pero especialmente por los que han recibido a su cargo el cuidado de las almas, aunque aquella clandestinidad hoy se ha encumbrado insolentemente en la Iglesia, confundiendo cada vez más, cuanto más elevada es su Jerarquía.

La profunda actualidad de algunos de sus párrafos merece que los citemos:

    “El fenómeno constituido por esos grupos pseudoproféticos entronca con la herejía modernista de principios de siglo y ofrece de la misma una versión más diluida, que no hace sino aumentar su peligro. Muchos católicos sinceros pero poco formados se dejan seducir por los enunciados vagos de la catequesis postconciliar, sin percibir que detrás de ella existe una organización y una metodología sistemáticamente aplicada en toda circunstancia al servicio de objetivos que nunca se formulan claramente. La finalidad no es otra que la de adaptar la Iglesia al mundo, lisa y llanamente (…)”

    En la actualidad la Iglesia Católica se ve asediada desde su mismo interior, por grupos que comprometen seriamente la unidad interior de los fieles y enuncian doctrinas erróneas que confunden los espíritus…”(Sacheri, Carlos: La Iglesia Clandestina, ed. del Cruzamante, Bs.As, 1977, p. 8-16).

Se habla con justicia, pues, de una clara voluntad de auto-demolición en la Iglesia,  citando al papa Pablo VI (alocución 7-5-69), quien advierte contra los que dentro de su seno pretenden

    “…profesar un cristianismo a su manera, y en la práctica, sin ningún compromiso ni doctrinal, ni disciplinario, ni cultural. Y se reúnen y se manifiestan en pequeños grupos que terminan por dar sus preferencias a otras ideologías, ya sean religiosas, ya sociales, y no a la auténtica fe crtistiana.”

Así, pues,

    “La connivencia entre comunismo y neo-modernismo progresista es una constante que casi no conoce excepciones. “

Al día de hoy y hace ya varias décadas, grandes y chicos bautizados que habitan esta América gloriosamente hispana, son “iniciados” desde el púlpito y la cátedra en las bondades del indigenismo en clave inequívocamente dialéctica, y allí se les infunde “por el mismo precio” el repudio de las raíces cristianas, la afición por el neopaganismo y el fuerte cuestionamiento de las soberanías nacionales.

Dentro de ese perverso marco hay que interpretar el reciente comunicado del Obispado de San Carlos de Bariloche  y las últimas declaraciones de Mons Jorge Lugones -presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social- en apoyo de Mons. Chaparro (Obispo de Bariloche) sobre la muerte del activista Rafael Nahuel en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad que en fiel cumplimiento de su deber –legal y legítimo- procuraron limitar un acontecer claramente delictivo.

Lamentablemente parece que no ha bastado la experiencia de la década del ‘70, y hoy vemos nuevamente a sectores de la Iglesia apoyando y reivindicando a los agresores como víctimas, confundiendo con esto a la población y yendo en contra de la verdad.  Volveremos sobre esto.

Atendiendo sobre todo a los lectores no argentinos, trataremos de detallar algunos puntos para mejor comprensión de una situación que nos involucra a todos. Dada la gravedad y complejidad del tema, que amerita una extensión mayor, dividimos el tema en dos posts, para facilitar su digestión.

Un poco de historia. Qué son los “mapuches”
Suficientemente documentado para quien quiera comprobarlo, los autodenominados mapuches fueron tribus indígenas chilenas (araucanos) que lejos de ser “originarios", recién en el s.XIX ingresan en la historia argentina exterminando violentamente, con capacidad muy superior en fuerzas -poderosa caballería y lanzas-  a los genuinos aborígenes autóctonos, que a veces sólo resistían con boleadoras. Así lo refiere Cristian Rodrigo Iturralde (Capítulo “Pueblos originarios y algo más", en “1492“, Ed. Buen Combate):

    “Llegaron a instalarse en las mismísimas puertas de Buenos Aires, viviendo a costa de malones, saqueos, atracos, asesinatos, violaciones, rapto de mujeres, y destruyendo e incendiando las poblaciones de nuestros naturales -particularmente de los tehuelches-. En esta campaña depredadora de pillaje e irrupción contaron con el apoyo de milicianos chilenos y guerrilleros realistas…”

    Desde 1670-1902 a los invasores Nguluches/Araucanos chilenos, misteriosa e intempestivamente se les cambia el nombre por Mapuches (…)   Luego del Litigio Fronterizo con CHILE 1902 era muy corriente enviarnos araucanos adiestrados a confundir y convertir a los Puelches a su causa, aprovechando la ignorancia política de éstos, además, del poder universal de ingleses, franceses, rusos y norteamericanos, que promueven la desintegración etno-cultural y territorial de la Republica Argentina.”

Dicho sea de paso, a muchos nos interesaría saber por qué en algunas de sus manifestaciones, estos supuestos “aborígenes” han usado emblemáticamente las máscaras venecianas “de la peste negra”, que curiosamente se asocian con simbología ritual de sectas masónicas… Señalaba un usuario de redes sociales al respecto “hoy se muestran en Cataluña y se muestran acá, para decirle al mundo que son de esa organización clandestina, y generar respaldo de sus hermanos de logia de todos los países, confesiones religiosas, raciales, e ideológicas . Para ellos eso no importa, solo las usan para movilizar sus guerras…”

 
Gracias a Dios, hay aún gente que no ha perdido el sentido del olfato y el sentido común…

Acerca del nombre de “mapuches”, advierte el Lic. Jorge Mones Ruiz (Cf. Malón mapuche en el s.XXI):

    “Esta voz del antiguo arauco no corresponde a ningún tipo étnico ni parcialidad, ni familia o cultura, sean estas designaciones empleadas tanto en especial como en general¨. No encontramos registros de esta denominación hasta comenzado el siglo XX. (…)

    Este término fue creado por estudiosos chilenos y agentes ingleses interesados, quienes propiciando la palabra mapuche para aplicarla a los indígenas, tanto de Chile como de Argentina, hacían desaparecer viejas etnias como los araucanos, pampas, huiliches, pehuenches o tehuelches, aglutinando bajo el nombre de “mapuches” a todas las parcialidades que eran argentinas, borrándolas de los valles cordilleranos y de la Patagonia , para lograr la posesión de un vasto y fecundo territorio argentino, que siglos antes había sido invadido por araucanos chilenos.

    La “creación mapuche” igualaba a todos y era, y es, una expresión que muchos desprevenidos no llegan a entender. Fue un “invento geoestratégico” y hoy es un problema potenciado por intereses foráneos. El almirante Fraga refiere la “cuestión Mapuche” como una circunstancia de particular relieve en el planteo geopolítico y geoestratégico de la Patagonia. Es dable destacar que la supuesta “nación mapuche” abarca una zona que incluye bajo una misma región una porción de territorio chileno y argentino (en este último caso en la provincia de Neuquén y su proyección del otro lado de los Andes)…”

Digamos, pues, en fin, que NO se trata de “pueblos originarios”, ni pueden ser considerados argentinos, según las condiciones establecidas para ello. Ellos mismos tampoco tienen el menor interés en ser considerados como tales, como lo demuestran sus reiteradas manifestaciones de desprecio e injuria a nuestra bandera, llegando incluso a varios episodios de quema de la misma, como ya habían hecho en Chile:

A propósito de las ingerencias extranjeras tras bambalinas en todo este asunto, es por lo menos “llamativo” encontrarnos con una publicación israelita del 2011, que sugería:
    “…más justo y urgente que el apoyo a las aspiraciones de los palestinos (un término relativamente reciente, acuñado artificialmente), es el reconocimiento inmediato de un Estado Mapuche, que al igual al arriba mencionado tampoco se ha autoproclamado aún, ni tiene fronteras claramente demarcadas, pero tiene lavozderechos claros y legítimos….Este autor, reconoce desde ya, y recomienda ante las instituciones esclarecidas del mundo entero el establecimiento de un Estado Mapuche, de un Estado Charrúa, de un Estado Tupí (…)en tierras ocupadas actualmente por la Argentina, Uruguay y Brasil.”
Para quien se sorprenda de la propuesta de que Israel “reconozca” el Estado mapuche, pueden arrojar algo de claridad algunas expresiones de Teodoro Herzl (uno de los principales fundadores del sionismo):

    “Dos países tienen que ser tomados en cuenta: Palestina y Argentina. En ambos países se han hecho notables tentativas de colonización, bastadas en el principio equivocado de la infiltración paulatina de los judíos (…) La Society of Jews entablará negociaciones con las actuales autoridades supremas del país, y bajo el protectorado de las potencias europeas si a éstas les parece posible el asunto. Podemos proporcionar enormes beneficios al actual gobierno, cargando con una parte de las deudas públicas, construyendo vías de comunicación, que nosotros mismos precisamos, y muchas cosas más.(…). ¿Palestina o la Argentina? ¿A cuál de las dos hay que dar preferencia? (…) La Argentina es por naturaleza uno de los países más ricos de la tierra, de inmensa superficie, población escasa y clima templado. La República Argentina tendría el mayor interés en cedernos una porción de tierra….” (Herzl, T.: El Estado judío y otros escritos, Biblioteca Israel, Vol. LVI, Buenos Aires, 1960, pp.117-118).

A ello podemos agregar algunas significativas declaraciones de hace años, del actual gobierno de Macri (quien ha colocado en puestos claves de las fuerzas de Seguridad a funcionarios del Mossad, el Servicio de Inteligencia Israelí):

    “La verdad es que el tema de soberanía con un país tan grande como el que tenemos nunca lo entendí mucho. Nosotros no tenemos un problema como los israelíes, que tienen problema de espacio…”

En la reciente –primera- visita del primer ministro israelí Netanyahu, Macri ha sostenido asimismo su decisión de “incrementar y diversificar nuestros lazos” con el “compromiso de seguir trabajando juntos”.

Quien quiera entender, que entienda, y quien persista en la necedad de tapar el sol con un dedo, allá él.

Pretensiones, sugestivas vinculaciones, y hechos recientes de terrorismo:

Siguiendo el artículo de Iturralde, citado más arriba:

    “Como ellos mismos se han encargado de afirmar en sucesivas oportunidades, pretenden la creación de un Estado Mapuche -autónomo completamente- dentro de nuestro país. Varias organizaciones mapuches están reclamando el reconocimiento del derecho de autodeterminación, argumentando que les corresponde en tanto ¨pueblos originarios¨. Refiriéndose al Lobby mapuche en Europa, leemos en el diario La Nación lo siguiente: ¨A través de alianzas con partidos independentistas de Europa, entre ellos Batasuna, embajadores mapuches buscan apoyo para llevar adelante en Chile el modelo de autonomías vigente en España, como paso previo a la plena independencia".

    Según los últimos informes al respecto, los mapuches han expropiado a la fecha centenares de campos, instalaciones y miles de hectáreas, reclamando nada menos que otras ¡15 millones más! (nada menos que un cuarto de la actual extensión territorial de la República Argentina). (…) El resurgimiento del indigenismo puede observarse a simple vista en hogares y establecimientos rurales de Jujuy, Neuquén y Río Negro, donde cada vez más se ve flamear la bandera del Tawantinsuyu (Imperio Inca), en el Norte, y la de los mapuches, en el Sur.(…)

    No tratamos aquí con reclamos pacíficos ni militantes inofensivos. Su metodología terrorista viene causando terror en la sociedad argentina y, muy particularmente, en la chilena. Chile no escapa a las ambiciones territoriales de los mapuches.(…) Sólo en 2012 se contabilizaron 287 denuncias por amenazas, incendios, tomas y atentados explosivos en las zonas de Chile pretendidas por los mapuches, incluyendo dos muertes…”

Estos datos deberían bastar, pero en el estado de total absurdo en que nos movemos -que sería cómico si no fuera tan dramático- gracias en muy buena medida a la confabulación de la mentira en que participan los medios de (in)comunicación, todo se ha subvertido. Como muy bien señala Antonio Caponnetto (“Caso Maldonado: Lo que hay que saber para entender lo que sucede –“):
    "‒ Si los supuestos o reales indios cortan la ruta, se llama resistencia ancestral. Si los gendarmes restituyen la viabilidad del camino obstaculizado, se llama salvaje represión.

    ‒ Si un gendarme persigue a un mapuchista que acaba de cometer varios delitos y actos subversivos, el hecho –aunque esté registrado y conste‒ debe calificarse de bajo e inhumano, y negarse enfáticamente. Sencillamente porque los mapuchistas nunca cometen delitos. Hablar de subversión y de guerrilla, además, nos remite a los Grupos de Tareas, resabios de los años de plomo. Todo marxista tiene el derecho humano de delinquir como mejor le plazca.

    ‒ Si diez adoquines son arrojados por un mapuche resulta autodefensa. Un guijarro lanzado por un gendarme es discriminación racial y violencia étnica.

    ‒ Si grupos de mapuches incendian iglesias y matan a los que están en ellas, es afirmación de la identidad originaria. Si los gendarmes corren a los agresores para capturarlos es invasión del espacio sagrado.

    ‒ Si los mapuches van encapuchados, rompiendo todo a su paso, es costumbrismo añejo y sacro. Si los gendarmes llevan el casco reglamentario, se están ocultando y encubriéndose corporativamente.

    ‒ Si los mapuches atacan en malón, en organizadas guerrillas, viven en la clandestinidad y prometen matar a sus enemigos, es el reclamo sempiterno de las raíces contra los malvados huincas. Si los gendarmes detienen a los guerrilleros, sorprendidos in fraganti, es Terrorismo de Estado.

    ‒ Si los mapuches reclaman millones de hectáreas del territorio patrio, es el derecho originario. Si las fuerzas de seguridad les piden ‒y ¡por favor!‒ que dejen de saquear el microcentro, volvió “la dictadura”. (…)

    ‒ Si mueren contingentes enteros de gendarmes en cumplimiento de sus misiones, a nadie se le ocurre pensar que detrás de cada uno de ellos hay una familia que los llora. Si le tocan una rastra a un nómada por propia decisión, Maldonado es mi hermano, mi hijo, mi nieto, mi chozno. (…)”

Viene a propósito del último apartado, el odio desplegado hace unos días a raíz de la muerte de uno de los “pacíficos” (sic) manifestantes filo-mapuches en el desalojo del Parque Mascardi. Mientras los hijos de la patria sufríamos la extraña “desaparición” del submarino Ara San Juan y rogábamos por la vida o eterno descanso de sus 44 tripulantes, por la izquierda proliferaban voces y pintadas celebrando “44 menos”…44menos

Retomando a Iturralde, con respecto a las vinculaciones foráneas:
    “..Los nexos y vinculaciones directas existentes entre los mapuches y organizaciones manifiesta y ostensiblemente terroristas como FARC, ETA y Abuelas de Plaza de Mayo son claras; quienes, entre otras cosas, imparten a los primeros entrenamiento militar, armamento y financiación económica. Grave error constituiría subestimar a este supuesto pueblo originario (…): no tratamos pues con grupos dispersos y desorganizados, sino, propiamente, con un ejército autosuficiente, extranjero y enemigo asentado en el corazón mismo de nuestra querida, pretendida y envidiada Patagonia.…”

Para mayores detalles, se puede ver aquí que la RAM (Resistencia Armada Mapuche, no “ancestral” ni “aborigen", como dicen ser) recibe también financiamiento a través de pantallas del M16, del servicio secreto Británico, y entrenamiento de las FARC, teniendo ahora mismo, miembros de las FARC operando junto a ellos.

 Por todo esto, es tremendo que un obispo sedicentemente católico, mediador en la “mesa del diálogo” (sic) junto a representantes de los sectores de izquierda, oficie de Poncio Pilatos aduciendo que

    «Yo a RAM no lo conozco. Sí, ha habido incidentes, pero yo no les conozco los rostros a los de RAM». .


Si no lo conoce, que por favor pida “que se los presenten", o que se forme y se informe suficientemente. O que al menos se calle, si no sabe servir al diálogo en la verdad, en vez de alimentar la confusión y el retroceso de los derechos de la Verdad, que son los de Cristo y de la Patria.

    Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira:
    ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano,
    el retoño que Tú hiciste vigoroso.
    Que tu mano sostenga al que está a tu derecha,
    al hombre que Tú fortaleciste, y nunca nos apartaremos de ti:
    devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. (Salmo 80 ,2-19)

(finaliza en el siguiente post)

InfoCatólica. Blog: Caritas in veritate  (4/12/17)

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