Un grupo de ex-musulmanes conversos al catolicismo escribieron una carta al papa Francisco mostrado su estupor ante el discurso del Pontífice a favor del Islam. La carta ha sido ya firmada por más de cuatro mil trescientas personas, entre conversos e interesados.
Los autores de la misiva, fechada el pasado 25 de diciembre, señalan lo que creen que es la verdadera naturaleza del Islam, advierten del peligro de islamización de Europa y llegan a preguntar al Papa si, dado lo bien que habla de esa religión, ellos se equivocaron al convertirse a la fe católica.
Texto completo de la carta
De: Ex- musulmanes convertidos al catolicismo y sus amigos ,
A: Su Santidad el Papa Francisco, en relación con su actitud frente al islam.
Santísimo Padre,
Muchos de entre nosotros, en diversas oportunidades y desde hace varios años, hemos tratado de contactarlo sin que hasta ahora hayamos recibido el menor acuse de recibo de nuestras cartas o de nuestras solicitudes pidiendo ser recibidos. Sabemos que usted no ama lo mundano y nosotros tampoco, así es que permítanos decirle muy francamente que no comprendemos su enseñanza sobre el islam, tal como lo leemos por ejemplo en los párrafos 252 y 253 de Evangelii Gaudium, porque este no da cuenta del hecho de que el islam viniendo DESPUÉS de Cristo, no puede ser sino un Anticristo (Cf 1 In. 2.22), ni que es uno de los más peligrosos que puedan existir, ya que él se presenta como el cumplimiento de la Revelación ( y Jesús no habría sido sino un profeta). ¿Si el islam es en si mismo una buena religión como usted pareciera enseñarlo, para qué nos habremos convertido nosotros al catolicismo? ¿Acaso vuestras enseñanzas no ponen en duda la bien fundada elección que hemos hecho… con riesgo de nuestras propias vidas? ¿Ignora usted que el Corán prescribe la muerte de los apóstatas? (Corán 4.89 ; 8.7-11). ¿Es posible comparar la violencia islámica con la pretendida violencia cristiana? ¿Qué relación hay entre Cristo y Satanás? ¿Qué unión entre la luz y las tinieblas? Qué participación entre el fiel y el infiel? (2 Co 6.14-17). De acuerdo con las enseñanzas de Cristo, lo hemos preferido a Él a nuestra propia vida. ¿No estaremos entonces bien situados para hablarle del islam?
En realidad desde el momento en que el islam nos quiere hacer sus enemigos, lo somos, y ninguna intención de amistad de nuestra parte cambiará nada. Como buen Anticristo, el islam no existe sino siendo enemigo de todos. «Entre nosotros y vosotros existirá la enemistad y el odio para siempre hasta que no creáis únicamente en Alá» (Corán 60.4). Para el Corán, los cristianos «no son sino impureza « (Corán 9.28), «los peores de la Creación» (Corán 98.6), condenados al infierno (Corán 4,48), también Alá debe exterminarlos (Corán 9,30). No hay que engañarse con los versículos coránicos conocidos como tolerantes, puesto que todos han sido derogados por los versículos del Sable (Corán 9.5).Mientras el Evangelio anuncia la buena noticia de Jesús muerto y resucitado por la salvación de todos, cumplimiento de la alianza comenzada con el pueblo hebreo, Alá no tiene otra cosa que proponer sino la guerra y la matanza de los «infieles» a cambio de su paraíso: «Ellos combaten en el camino de Alá, ellos matan y son matados» (Corán 9.111). Nosotros no confundimos el islam con los musulmanes, pero si para vosotros el «diálogo» es el camino de la paz, para el islam es otra manera de hacer la guerra. Del mismo modo que el angelismo ha sido frente al nazismo y al comunismo, frente al islam es suicida y muy peligroso. ¿Cómo hablar de paz y avalar el islam como usted parece hacerlo? «Arrancar de nuestros corazones la enfermedad que envenena nuestras vidas (…) Que quienes son cristianos lo hagan con la Biblia y quienes son musulmanes con el Corán? (Roma, 20 de Enero de 2014) « ? ¿Acaso no es inquietante que el Papa parezca proponer el Corán como camino de salvación? Deberíamos nosotros volver al islam?
Os suplicamos de no buscar en el islam un aliado en el combate que usted lleva adelante contra las potencias que buscan dominar y someter el mundo a la esclavitud, puesto que están todos en una misma lógica totalitaria, fundada en el rechazo a la realeza de Cristo (Lucas 4. 7) . Alá lo prohíbe (Corán 5.51)! Nosotros sabemos que la Bestia del Apocalipsis que busca devorar a la Mujer y a su Hijo tiene muchas cabezas… Aparte de que Alá prohíbe tales alianzas (Corán 5.51)! Pero sobretodo los profetas siempre reprocharon a Israel su voluntad de hacer alianza con potencias extranjeras, en detrimento de la confianza absoluta que hay que tener en Dios. Es cierto, la tentación es fuerte en el sentido de que mantener un discurso pro islam ahorrará añadir sufrimientos a los cristianos en países convertidos en musulmanes, pero además que Jesús no nos ha indicado jamás otro camino que el de la cruz, de tal suerte que es en ella donde encontraremos nuestra felicidad, y no en rehuirla con los condenados. Nosotros no dudamos que la Verdad trae con ella la salvación y la libertad (Juan 8.32). Nuestro deber es dar testimonio de la verdad «en tiempo y a contratiempo(2 Timoteo 4.2) y nuestra gloria es decir con San Pablo: «pues no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y éste crucificado» (1 Corintios 2,2).
Concordante con el discurso de Su Santidad sobre el islam y al mismo tiempo en que el Presidente Erdogan, entre otras cosas, solicita a sus compatriotas de no integrarse en los países en que han sido acogidos, Arabia Saudita y las petromonarquías, no acogen a ningún refugiado, lo que es una manifestación entre otras del proyecto de conquista y de islamización de Europa, oficialmente proclamado por la OCI y otras organizaciones islámicas, hace algunos decenios. Santísimo Padre, usted predica la acogida de inmigrantes sin tener en cuenta del hecho de que se trata de musulmanes, lo que el mandamiento apostólico lo prohíbe: «Si alguno viene a vosotros rechazando el Evangelio, no le recibáis en casa ni le saludéis, pues el que le saluda se hace solidario de sus malas obras» (2 Juan 1. 10-11); «Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!» (Gálatas 1.8-9).
Del mismo modo que: «Porque tuve hambre, y no me disteis de comer» (Mt. 25.42), no quiere decir que Jesús hubiese deseado ser un parásito; y cuando dice «Yo era un forastero y me acogisteis» tampoco quiere decir yo fui un invasor y vosotros me acogisteis. Esto solo quiere decir Yo tuve necesidad de vuestra hospitalidad por un tiempo y vosotros no me la habéis dado. La palabra ξένος (Xénos) en el Nuevo Testamento no se traduce solamente por extranjero sino también por huésped (Rom 16.23; 1 Co 16.5-6 ; Col 4.10 ; 3 Jn 1.5). Y cuando en el Antiguo Testamento YHWH ordena de tratar bien a los extranjeros, porque los hebreos fueron ellos mismos extranjeros en Egipto, es con la condición de que el extranjero se asimile tan bien al pueblo elegido que adopte la religión y la práctica del culto… ¡Nunca ha sido cuestión de acoger al extranjero que guarda su religión y sus costumbres! Así nosotros tampoco comprendemos que usted abogue porque los musulmanes practiquen su culto en Europa. El sentido de la Escritura no debe ser dado por los jefes del mundialismo, sino por la fidelidad a la tradición. El Buen Pastor saca al lobo, no lo hace entrar en el redil de las ovejas.
El discurso pro islam de Vuestra Santidad nos lleva a deplorar el hecho de que los musulmanes no sean invitados a abandonar el islam, que numerosos ex musulmanes como Magdi Allam, abandonen la Iglesia, descorazonados por la cobardía y heridos por gestos equívocos, confundidos por la falta de evangelización, escandalizados por el elogio del islam… Así se pierden las almas ignorantes y los cristianos no se preparan a una confrontación con el islam, a la que los llamó san Juan Pablo II (Ecclesia in Europa, n°57). Tenemos la impresión que vuestro hermano en el sacerdocio Mons. Nona Amel, arzobispo católico caldeo, exiliado de Mosul, habla en el desierto: «Nuestros sufrimientos actuales son el preludio de los que vosotros, Cristianos europeos occidentales vais a sufrir en un futuro próximo. Yo he perdido mi diócesis. La sede de mi arzobispado y de mi apostolado ha sido ocupada por islamistas radicales que desean que o nosotros nos convirtamos o que muramos… Vosotros acogéis en vuestro país un creciente número de musulmanes. Vosotros estáis también en peligro. Debéis tomar decisiones fuertes y valientes… Vosotros creéis que todos los hombres son iguales, pero el islam no dice que todos los hombres sean iguales… Si vosotros no comprendéis rápidamente esto, vosotros seréis las víctimas del enemigo que habéis acogido en vuestra casa (9 de Agosto del 2014)». Es cosa de vida o de muerte y toda complacencia frente al islam es traición. Nosotros no queremos que el Occidente continúe islamizándose ni que vuestra acción contribuya a ello. ¿Donde podríamos buscar nuevamente un refugio?
Permitidnos solicitar a Vuestra Santidad, que convoque rápidamente un sínodo sobre los peligros del islam. ¿En efecto, qué queda de la Iglesia donde el islam se ha instalado? Si ella tiene allí aún derecho de ciudadanía, es en «dimitud», bajo condición de no evangelizar, debiendo renunciar a ella misma… En un afán de justicia y de verdad, la Iglesia debiera revelar por qué son falsos los argumentos que expone el islam para blasfemar la fe cristiana. Si la Iglesia tuviera el coraje de hacerlo, no dudaríamos que millones de musulmanes y otros hombres y mujeres que buscan al Dios verdadero, se convertirían a la fe cristiana. Como usted lo ha recordado: «Quien no reza a Cristo reza al diablo. (14.03.13)». Si la gente supiera que van al Infierno, darían sus vidas a Cristo (Cf. Corán 3.55).
Con el más profundo amor a Cristo que por medio vuestro conduce su Iglesia, nosotros católicos que venimos del islam, apoyados por numerosos hermanos en la fe, particularmente los cristianos de oriente y por nuestros amigos, venimos en pedir a Su Santidad confirmar nuestra conversión a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, único Salvador, por medio de un discurso franco y recto sobre el islam. Asegurándole nuestras oraciones en el corazón de la Inmaculada, solicitamos vuestra bendición apostólica.
Texto completo de la carta
De: Ex- musulmanes convertidos al catolicismo y sus amigos ,
A: Su Santidad el Papa Francisco, en relación con su actitud frente al islam.
Santísimo Padre,
Muchos de entre nosotros, en diversas oportunidades y desde hace varios años, hemos tratado de contactarlo sin que hasta ahora hayamos recibido el menor acuse de recibo de nuestras cartas o de nuestras solicitudes pidiendo ser recibidos. Sabemos que usted no ama lo mundano y nosotros tampoco, así es que permítanos decirle muy francamente que no comprendemos su enseñanza sobre el islam, tal como lo leemos por ejemplo en los párrafos 252 y 253 de Evangelii Gaudium, porque este no da cuenta del hecho de que el islam viniendo DESPUÉS de Cristo, no puede ser sino un Anticristo (Cf 1 In. 2.22), ni que es uno de los más peligrosos que puedan existir, ya que él se presenta como el cumplimiento de la Revelación ( y Jesús no habría sido sino un profeta). ¿Si el islam es en si mismo una buena religión como usted pareciera enseñarlo, para qué nos habremos convertido nosotros al catolicismo? ¿Acaso vuestras enseñanzas no ponen en duda la bien fundada elección que hemos hecho… con riesgo de nuestras propias vidas? ¿Ignora usted que el Corán prescribe la muerte de los apóstatas? (Corán 4.89 ; 8.7-11). ¿Es posible comparar la violencia islámica con la pretendida violencia cristiana? ¿Qué relación hay entre Cristo y Satanás? ¿Qué unión entre la luz y las tinieblas? Qué participación entre el fiel y el infiel? (2 Co 6.14-17). De acuerdo con las enseñanzas de Cristo, lo hemos preferido a Él a nuestra propia vida. ¿No estaremos entonces bien situados para hablarle del islam?
En realidad desde el momento en que el islam nos quiere hacer sus enemigos, lo somos, y ninguna intención de amistad de nuestra parte cambiará nada. Como buen Anticristo, el islam no existe sino siendo enemigo de todos. «Entre nosotros y vosotros existirá la enemistad y el odio para siempre hasta que no creáis únicamente en Alá» (Corán 60.4). Para el Corán, los cristianos «no son sino impureza « (Corán 9.28), «los peores de la Creación» (Corán 98.6), condenados al infierno (Corán 4,48), también Alá debe exterminarlos (Corán 9,30). No hay que engañarse con los versículos coránicos conocidos como tolerantes, puesto que todos han sido derogados por los versículos del Sable (Corán 9.5).Mientras el Evangelio anuncia la buena noticia de Jesús muerto y resucitado por la salvación de todos, cumplimiento de la alianza comenzada con el pueblo hebreo, Alá no tiene otra cosa que proponer sino la guerra y la matanza de los «infieles» a cambio de su paraíso: «Ellos combaten en el camino de Alá, ellos matan y son matados» (Corán 9.111). Nosotros no confundimos el islam con los musulmanes, pero si para vosotros el «diálogo» es el camino de la paz, para el islam es otra manera de hacer la guerra. Del mismo modo que el angelismo ha sido frente al nazismo y al comunismo, frente al islam es suicida y muy peligroso. ¿Cómo hablar de paz y avalar el islam como usted parece hacerlo? «Arrancar de nuestros corazones la enfermedad que envenena nuestras vidas (…) Que quienes son cristianos lo hagan con la Biblia y quienes son musulmanes con el Corán? (Roma, 20 de Enero de 2014) « ? ¿Acaso no es inquietante que el Papa parezca proponer el Corán como camino de salvación? Deberíamos nosotros volver al islam?
Os suplicamos de no buscar en el islam un aliado en el combate que usted lleva adelante contra las potencias que buscan dominar y someter el mundo a la esclavitud, puesto que están todos en una misma lógica totalitaria, fundada en el rechazo a la realeza de Cristo (Lucas 4. 7) . Alá lo prohíbe (Corán 5.51)! Nosotros sabemos que la Bestia del Apocalipsis que busca devorar a la Mujer y a su Hijo tiene muchas cabezas… Aparte de que Alá prohíbe tales alianzas (Corán 5.51)! Pero sobretodo los profetas siempre reprocharon a Israel su voluntad de hacer alianza con potencias extranjeras, en detrimento de la confianza absoluta que hay que tener en Dios. Es cierto, la tentación es fuerte en el sentido de que mantener un discurso pro islam ahorrará añadir sufrimientos a los cristianos en países convertidos en musulmanes, pero además que Jesús no nos ha indicado jamás otro camino que el de la cruz, de tal suerte que es en ella donde encontraremos nuestra felicidad, y no en rehuirla con los condenados. Nosotros no dudamos que la Verdad trae con ella la salvación y la libertad (Juan 8.32). Nuestro deber es dar testimonio de la verdad «en tiempo y a contratiempo(2 Timoteo 4.2) y nuestra gloria es decir con San Pablo: «pues no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y éste crucificado» (1 Corintios 2,2).
Concordante con el discurso de Su Santidad sobre el islam y al mismo tiempo en que el Presidente Erdogan, entre otras cosas, solicita a sus compatriotas de no integrarse en los países en que han sido acogidos, Arabia Saudita y las petromonarquías, no acogen a ningún refugiado, lo que es una manifestación entre otras del proyecto de conquista y de islamización de Europa, oficialmente proclamado por la OCI y otras organizaciones islámicas, hace algunos decenios. Santísimo Padre, usted predica la acogida de inmigrantes sin tener en cuenta del hecho de que se trata de musulmanes, lo que el mandamiento apostólico lo prohíbe: «Si alguno viene a vosotros rechazando el Evangelio, no le recibáis en casa ni le saludéis, pues el que le saluda se hace solidario de sus malas obras» (2 Juan 1. 10-11); «Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!» (Gálatas 1.8-9).
Del mismo modo que: «Porque tuve hambre, y no me disteis de comer» (Mt. 25.42), no quiere decir que Jesús hubiese deseado ser un parásito; y cuando dice «Yo era un forastero y me acogisteis» tampoco quiere decir yo fui un invasor y vosotros me acogisteis. Esto solo quiere decir Yo tuve necesidad de vuestra hospitalidad por un tiempo y vosotros no me la habéis dado. La palabra ξένος (Xénos) en el Nuevo Testamento no se traduce solamente por extranjero sino también por huésped (Rom 16.23; 1 Co 16.5-6 ; Col 4.10 ; 3 Jn 1.5). Y cuando en el Antiguo Testamento YHWH ordena de tratar bien a los extranjeros, porque los hebreos fueron ellos mismos extranjeros en Egipto, es con la condición de que el extranjero se asimile tan bien al pueblo elegido que adopte la religión y la práctica del culto… ¡Nunca ha sido cuestión de acoger al extranjero que guarda su religión y sus costumbres! Así nosotros tampoco comprendemos que usted abogue porque los musulmanes practiquen su culto en Europa. El sentido de la Escritura no debe ser dado por los jefes del mundialismo, sino por la fidelidad a la tradición. El Buen Pastor saca al lobo, no lo hace entrar en el redil de las ovejas.
El discurso pro islam de Vuestra Santidad nos lleva a deplorar el hecho de que los musulmanes no sean invitados a abandonar el islam, que numerosos ex musulmanes como Magdi Allam, abandonen la Iglesia, descorazonados por la cobardía y heridos por gestos equívocos, confundidos por la falta de evangelización, escandalizados por el elogio del islam… Así se pierden las almas ignorantes y los cristianos no se preparan a una confrontación con el islam, a la que los llamó san Juan Pablo II (Ecclesia in Europa, n°57). Tenemos la impresión que vuestro hermano en el sacerdocio Mons. Nona Amel, arzobispo católico caldeo, exiliado de Mosul, habla en el desierto: «Nuestros sufrimientos actuales son el preludio de los que vosotros, Cristianos europeos occidentales vais a sufrir en un futuro próximo. Yo he perdido mi diócesis. La sede de mi arzobispado y de mi apostolado ha sido ocupada por islamistas radicales que desean que o nosotros nos convirtamos o que muramos… Vosotros acogéis en vuestro país un creciente número de musulmanes. Vosotros estáis también en peligro. Debéis tomar decisiones fuertes y valientes… Vosotros creéis que todos los hombres son iguales, pero el islam no dice que todos los hombres sean iguales… Si vosotros no comprendéis rápidamente esto, vosotros seréis las víctimas del enemigo que habéis acogido en vuestra casa (9 de Agosto del 2014)». Es cosa de vida o de muerte y toda complacencia frente al islam es traición. Nosotros no queremos que el Occidente continúe islamizándose ni que vuestra acción contribuya a ello. ¿Donde podríamos buscar nuevamente un refugio?
Permitidnos solicitar a Vuestra Santidad, que convoque rápidamente un sínodo sobre los peligros del islam. ¿En efecto, qué queda de la Iglesia donde el islam se ha instalado? Si ella tiene allí aún derecho de ciudadanía, es en «dimitud», bajo condición de no evangelizar, debiendo renunciar a ella misma… En un afán de justicia y de verdad, la Iglesia debiera revelar por qué son falsos los argumentos que expone el islam para blasfemar la fe cristiana. Si la Iglesia tuviera el coraje de hacerlo, no dudaríamos que millones de musulmanes y otros hombres y mujeres que buscan al Dios verdadero, se convertirían a la fe cristiana. Como usted lo ha recordado: «Quien no reza a Cristo reza al diablo. (14.03.13)». Si la gente supiera que van al Infierno, darían sus vidas a Cristo (Cf. Corán 3.55).
Con el más profundo amor a Cristo que por medio vuestro conduce su Iglesia, nosotros católicos que venimos del islam, apoyados por numerosos hermanos en la fe, particularmente los cristianos de oriente y por nuestros amigos, venimos en pedir a Su Santidad confirmar nuestra conversión a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, único Salvador, por medio de un discurso franco y recto sobre el islam. Asegurándole nuestras oraciones en el corazón de la Inmaculada, solicitamos vuestra bendición apostólica.
Nota: Recordamos que según el Código
de Derecho Canónico los fieles “tienen el derecho, y a veces incluso el
deber, en razón de su propio prestigio, de manifestar a los Pastores
sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y
de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la
fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta
de la utilidad común y de la dignidad de las personas (Canon 212 N°
3)”:
25/01/18. (InfoCatólica)
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