sábado, 24 de febrero de 2018

Protegió a indios y mujeres, fomentó la cultura... el PNV y la izquierda quieren borrar su memoria.


 Fray Juan de Zumárraga se enfrentó a la histeria colectiva y a las autoridades civiles.
 por  
Poli Sanchiz


La leyenda negra se ha adueñado del Ayuntamiento de Durango (Vizcaya) contra uno de sus hijos más ilustres, fray Juan de Zumárraga, un franciscano que impidió los linchamientos de brujas en el País Vasco, defendió a los indios, llevó a América la imprenta y el uso de asnos (entre otros avances) y creó la primera universidad del continente en tierra firme.

El PNV (que gobierna la ciudad), la izquierda radical batasuna de Bildu, la izquierda populista ligada a Podemos y el Partido Socialista de Euskadi, es decir, todos, menos el concejal del PP (que se abstuvo), votaron a favor de quitar su nombre del instituto público de enseñanza secundaria, Fray Juan de Zumárraga. 

Según la portavoz socialista Pilar Ríos, impulsora de la medida contra el clérigo, Zumárraga fue “un inquisidor activo en la caza de brujas” y por ello cambiar de nombre el instituto supondrá un “desagravio a las mujeres perseguidas y a las fundadas sospechas de que Zumárraga atentó contra la cultura y las costumbres indígenas”.

Histeria anti-brujas en el País Vasco
Explica Sebastián Gartzia Trujillo en un detallado artículo histórico en Deia, que si se atiende a los archivos históricos, la imagen de oscuro inquisidor ávido de sangre parece desmoronarse por completo.

El sacerdote franciscano, fray Juan de Zumárraga, fue nombrado inquisidor para investigar los casos de brujería en el País Vasco por Carlos V en 1527. Las fuentes lo presentan como "inquisidor de las brujas vascas".

El problema de los linchamientos públicos contra supuestas brujas se había extendido al País Vasco desde Francia.  Zumárraga fue enviado allí para evitar que la violencia escalara de forma innecesaria.  En los meses que este clérigo ejerció su cargo, el territorio vasco no vio ni una sola hoguera.

Tras aplacar a los locales, Zumárraga se dio cuenta de cuál era el problema de Euskal Herria. En una carta enviada a Carlos V, no le recomendó enviar más inquisidores sino más predicadores "que sepan y entiendan la lengua vascongada".

Su viaje a las Américas y la lucha contra el poder civil
Por otro lado, la conquista de América se acababa de producir, y el propio Hernán Cortés requirió la presencia de la Iglesia en los nuevos territorios anexionados. Aunque en un principio no quiso aceptar el cargo, Zumárraga fue enviado a México en 1527 como obispo. Se le concedió también el cargo de "Defensor de los Indios", aunque sin poderes bien definidos.También tenía poderes inquisitoriales.

Lo que encontró en México fue la nada más absoluta en términos eclesiales, ya que la evangelización había sido escasa, y las distintas órdenes religiosas “competían” entre sus jurisdicciones.


Monumento a Juan de Zumárraga en Ezkurdi, donado por el gobierno mexicano a Durango en 1949
Las labores que realizó allí no fueron muy distintas de las que tuvo que ejercer en España. Durante los 21 años que pasó en el nuevo mundo, llevó a cargo su cometido de forma efectiva aunque a regañadientes, por las injusticias a las que a menudo se tenía que enfrentar.

Zumárraga tuvo numerosos conflictos con los llamados oidores (auditores), gobernadores civiles que en muchas ocasiones abusaban de su poder para aprovecharse de los indios.

Cabe destacar que, en este tiempo, Nuño de Guzmán, conquistador español esclavista, era jefe del poder civil. Su administración fue nefasta por las graves pérdidas que supuso para el Imperio y porque permitió a los auditores imperiales comerciar con esclavos indígenas de forma descontrolada.

Un trato más benévolo con los indios conversos
En este periodo, Zumárraga se vio obligado a entregar al poder civil a un cacique local convertido al cristianismo, Carlos Ometotzin, acusado de volver a sus antiguas costumbres y no educar en la fe católica a sus hijos.

El cacique fue ejecutado. Carlos V y el Inquisidor General consideraron que Zumárraga no lo había protegido adecuadamente. Pero el visitador imperial que envió Carlos V para investigar el caso comprobó que fue el poder secular quien se había empeñado en la ejecución.

Tanto Zumárraga como el propio emperador lamentaban profundamente la ejecución del cacique. A partir de entonces, la Inquisición, por petición del propio Zumárraga, pasó a ser mucho más benévola con los indios conversos por ser "cristianos nuevos".

Zumárraga dedicó gran parte de su actividad a denunciar estos abusos al emperador, aunque su posición era complicada. Los continuos vapuleos a la población indígena hicieron que los propios franciscanos le presionaran para defenderlos.

Asnos, universidades e imprentas
Para Zumárraga, la forma de evangelizar a los indios no era a través del castigo y la hoguera, como Pilar Ríos podría pensar, sino con el papel. Se encargó personalmente de traer una imprenta desde España (la primera que llegó a América) para comenzar a publicar libros bilingües, en español y en las lenguas nativas.

Suya fue la primera biblioteca traída al nuevo mundo y, a petición suya, se construyó la primera universidad de América en tierra firme, la Real y Pontificia Universidad de México, que aún sigue existiendo.

En su solicitud al emperador, Zumárraga escribió: “Mande en todo caso establecer y fundar en esta gran ciudad de México una universidad en la que se lean todas las facultades que se suelen leer en otras universidades y enseñar, sobre todo, artes y teología, pues dello hay más necesidad”, para cuyo proyecto cedió todos sus libros, excepto los más queridos que reservó para la Hospedería de Durango, su pueblo natal.


La universidad de México según un grabado de la época
El franciscano creó también numerosos colegios y hospitales dónde la población indígena recibía educación, protección y asilo. También mandó traer asnos desde España. No era poca cosa en un país sin monturas ni bestias de carga: permitió suavizar el trabajo que realizaban los indios.

Uno de sus grandes logros, compartido con Fray Bartolomé de las Casas, fraile dominico nombrado procurador universal de todos los indios del nuevo mundo, fue la abolición de la esclavitud indígena. Para ello, tuvo que pelear fieramente contra las autoridades civiles y enviar innumerables misivas al emperador, que finalmente prohibió esta actividad el dos de agosto de 1530: “Ninguna persona sea osada de tomar ningún indio por esclavo, no por rescate, ni por compra, ni trueque… aunque sea de los indios que los mismos naturales tenían o tienen por esclavos”.

Pero, sin duda, Zumárraga es conocido para muchos millones de mexicanos, sobre todo, por ser el clérigo protagonista de la historia de Guadalupe y el indio San Juan Diego: él fue quien vio las rosas que cayeron milagrosamente de la tilma del indio. Los escépticos dicen que falta documentación que lo acredite: quizá aparezca algún día en los archivos.

Mientras tanto, el hombre que impidió los linchamientos de brujas en el País Vasco, que pidió predicadores en lengua vasca, que llevó la Universidad y la imprenta y las bibliotecas al Nuevo Mundo, espera que los políticos de su ciudad natal se dignen a conocer mejor su propia historia.  


 / ReL 23 febrero 2018

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