CIUDAD DEL VATICANO, lunes 16 de mayo de 2011
Es necesaria hoy, en el mundo de la globalización, una nueva evangelización de lo social que de luz sobre los desafíos y las exigencias de justicia y del bien común, afirmó hoy el Papa Benedicto XVI.
El Papa recibió en audiencia a los participantes en un Congreso Internacional promovido por el Consejo Pontificio “Justicia y Paz” en el 50 aniversario de la Encíclica Mater et Magistra de Juan XXIII, que está teniendo lugar estos días en Roma.
Esta encíclica de Juan XXIII, subrayó, “conserva gran actualidad también en el mundo globalizado”.
“El papa Roncalli, con una visión de Iglesia puesta al servicio de la familia humana sobre todo mediante su específica misión evangelizadora, pensó en la doctrina social - anticipando al beato Juan Pablo II - como en un elemento esencial de esta misión, por ser parte integrante de la concepción cristiana de la vida”.
Para Juan XXIII, la Doctrina social de la Iglesia “tiene como luz la Verdad, como fuerza propulsora el Amor, como objetivo la Justicia”, elementos que retoma el Papa Benedicto XVI en la Caritas in Veritate.
“La verdad, el amor, la justicia, señalados por la Mater et magistra, junto al principio del destino universal de los bienes, como criterios fundamentales para superar los desequilibrios sociales y culturales, siguen siendo los pilares para interpretar y poner en vías de solución también los desequilibrios internos a la globalización actual”, observó el Papa.
Nuevos desafíos
El Pontífice alertó que hoy las finanzas, “tras la fase más aguda de la crisis, han vuelto a practicar con frenesí contractos de crédito que a menudo permiten una especulación sin límites”.
Se están produciendo también “fenómenos de especulación dañina con referencia a los productos alimentarios, al agua, a la tierra, acabando por empobrecer aún más a aquellos que ya viven en situaciones de grave precariedad”.
También, subrayó, se está produciendo un “aumento de los precios de los recursos energéticos primarios, con la consiguiente búsqueda de energías alternativas guiada, a veces, por intereses exclusivamente económicos de corto plazo”, que “acaban por tener consecuencias negativas sobre el medio ambiente, además de sobre el propio hombre”.
La cuestión social actual, prosiguió, “es sin duda una cuestión de justicia social mundial”, de “distribución equitativa de los recursos materiales e inmateriales” y de “globalización de la democracia sustancial, social y participativa”.
Por esto, “en un contexto en el que se vive una progresiva unificación de la humanidad, es indispensable que la nueva evangelización de lo social ponga en evidencia las implicaciones de una justicia que debe realizarse a nivel universal”.
Esta justicia, destacó, no puede alcanzarse “apoyándose en el mero consenso social, sin reconocer que éste, para ser duradero, debe estar arraigado en el bien humano universal”.
Además, “debe llevarse a cabo en la sociedad civil, en la economía de mercado, pero también por parte de una autoridad política honrada y transparente proporcionada a ella, también a nivel internacional”.
Nueva evangelización social
Frente a estos desequilibrios, afirmó, es necesario “restablecer una razón integral que haga renacer el pensamiento y la ética”.
Sin un pensamiento moral que supere el planteamiento de las éticas seculares, como las neoutilitaristas y neocontractualistas, que se fundan sobre un sustancial escepticismo y sobre una visión prevalentemente inmanentista de la historia, se hace arduo para el hombre de hoy acceder al conocimiento del verdadero bien humano”.
Así, añadió, “es necesario desarrollar síntesis culturales humanistas abiertas a la Trascendencia mediante una nueva evangelización - arraigada en la ley nueva del Evangelio, la ley del Espíritu”.
“Sólo en la comunión personal con el Nuevo Adán, Jesucristo, la razón humana es sanada y potenciada y es posible acceder a una visión más adecuada del desarrollo, de la economía y de la política según su dimensión antropológica y las nuevas condiciones históricas”.
Y además es necesaria una razón “restablecida en su capacidad especulativa y práctica”, para disponer de “criterios fundamentales para superar los desequilibrios globales, a la luz del bien común”
Para el Papa, de hecho, “sin el conocimiento del verdadero bien humano, la caridad se desliza hacia el sentimentalismo, la justicia pierde su “medida” fundamental; el principio del destino universal de los bienes es deslegitimado.”.
En la Mater et Magistra, Juan XXIII recordaba que “se pueden captar mejor las exigencias fundamentales de la justicia cuando se vive como hijos de la luz”, afirmó Benedicto XVI, subrayando la necesidad de “una nueva evangelización de lo social y el testimonio de la vida buena según el Evangelio”.
Fuente: Zenit
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