Según reconoce la propia ONU, solo en 2015 hubo alrededor de 70 imputaciones contra personal en misiones de paz.
“Es el cáncer en nuestro sistema”. Con estas palabras, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, reconocía recientemente la lacra de los abusos sexuales cometidos por los cascos azules de Naciones Unidas en las supuestas misiones de paz a lo largo y ancho del planeta, ante el constante alud de denuncias recibidas.
Un cáncer difícil de combatir, porque la impunidad es la única respuesta en la gran mayoría de los casos, ya que las investigaciones que se inician ante crímenes sexuales cometidos supuestamente por militares, policías y personal civil de Naciones Unidas se convierten en larguísimos procesos burocráticos que acaban por no prosperar.
“Lleva mucho tiempo, y a veces pagan a testigos para que digan lo contrario una vez llega el investigador al terreno”, se lamenta Paula Donovan, cofundadora de Aids Free World y directora de la campaña Code Blue, lanzada el año pasado para que los implicados en abusos sexuales rindan cuentas ante la justicia.
Hay que resaltar que solo se denuncia una pequeña parte de las agresiones sexuales cometidas y la mayoría quedan finalmente sin castigo. “Tienen miedo porque no hay mucha distancia entre quienes reciben las denuncias y los agresores”, indica Hillary Margolis, especialista en derechos de las mujeres de Human Rights Watch que viajó a la República Centroafricana para elaborar un informe sobre los abusos.
Además, el estigma, el rechazo y la vergüenza que rodean los crímenes sexuales en algunas culturas africanas provocan que a veces las mujeres agredidas sean abandonadas por su pareja o familia. “Tanto las madres como sus hijos corren el riesgo de no ser aceptados por la comunidad”, asegura Margolis.
70 imputaciones en 2015
Según reconoce la propia ONU, solo en 2015 hubo alrededor de 70 imputaciones contra personal de la ONU en misiones de paz en el mundo, como se observa en este gráfico, reproducido a partir de una información
publicada por La Vanguardia este lunes, 25 de abril; y hay que destacar que una imputación puede contener varias denuncias.
En el gráfico también se pueden observar los datos sobre abusos sexuales en misiones de la ONU entre 2010 y 2014, con cifras similares.
Cabe recordar que en octubre del año pasado ya denunciábamos la ineficacia de la ONU, que entonces tenía alrededor de 100.000 soldados en 16 misiones de paz, pero no hace otra cosa que sumar fracasos y escándalos.
Según los últimos datos hechos públicos por la ONU hace tan solo una semana, sólo en la República Centroafricana se han registrado 108 imputaciones de abuso y explotación sexual a mujeres y niñas desde el 2013.
Los cascos azules de la República Democrática del Congo, Marruecos, Sudáfrica y Camerún están en cabeza de la vergonzosa clasificación en el 2015. En total, 21 países estuvieron implicados en escándalos sexuales del personal de paz de la ONU el año pasado.
Algunos ejemplos
Uno de los ejemplos de ese informe, que cita La Vanguardia en su información, es el de unos soldados franceses que habrían atado y desvestido a cuatro menores para forzarlas a tener relaciones con un perro. A cambio, las niñas habrían recibido unos nueve dólares por cabeza.
También mencionan el de una joven que tenía sólo dieciocho años y estaba sola y sin familia en la devastada República Centroafricana. Con el objetivo de conseguir comida o dinero, se dirigió a la base de la misión de la ONU cercana al aeropuerto de Bambari, en el centro del país. Acabó siendo violada por tres cascos azules, repudiada por su comunidad y acusada de haber intentado casarse con uno de los miembros de las Fuerzas de Paz.
“No quería tener relaciones sexuales con ellos, pero cuando fui a visitar su base me llevaron hacia la maleza. Había tres de ellos, estaban armados. Dijeron que si me resistía me matarían. Me tomaron uno a uno”, describió a Human Rights Watch.
Inmunidad diplomática
Ante este escenario, los expertos advierten de que la erradicación de esta lacra pasa por conseguir más transparencia y adoptar medidas preventivas, como cursos de formación o la investigación previa del historial penal del personal.
Pero, sobre todo, proponen acabar con la inmunidad diplomática de las 31.000 personas que trabajan en las operaciones de paz, desde personal civil de la ONU a agentes policiales y observadores militares.
Hay que destacar que los más de 91.000 cascos azules, a pesar de no disfrutar de la misma inmunidad que otros empleados de la ONU, no pueden ser juzgados por las autoridades locales, sino sólo en su país de procedencia.
Ahora bien, si se acabase la inmunidad, ¿los países dejarían de enviar tropas? Probablemente no, sostiene Donovan. “Lo cierto es que hay muchos países implicados con grandes ejércitos y cuyo presupuesto militar necesita los fondos de las misiones de paz. No hay manera de que los saquen”.
También hay que insistir en que, aunque la ONU informa del número de imputaciones, no lo hace de igual manera sobre el total de acusaciones (en la terminología de la organización, cada imputación puede englobar varias denuncias de diferentes personas).
Artículo originalmente publicado por Forum Libertas.
Aleteia (3 MAYO, 2016)
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