Reflexiones presidenciales
El presidente de la nación fue entrevistado este sábado por los periodistas del programa Sobredosis de TV del canal de cable C5N. No se privó de criticar a quienes salen a la calle a manifestarse en contra de su gobierno y dijo que cada vez que ello ocurre a las dos semanas se produce un aumento de casos. Reconoció el derecho de todos a criticar pero en este duro momento es fundamental que la oposición aprenda “a criticar en la pandemia”. “En la pandemia”, remarcó, “no se critica con manifestaciones. Prefiero que salgan a los balcones y golpeen las cacerolas”. Respecto al ex presidente Mauricio Macri consideró que no le parecía “feliz que un Presidente celebre la salida a la calle de la gente en plena pandemia”. Y agregó que en Alemania la canciller Merkel, insospechada de ser populista o chapista, no le tembló el pulso cuando ordenó reprimir a quienes se manifestaban en contra de la cuarentena. Afirmó por enésima vez que antes del comienzo de la cuarentena Macri le recomendó que “dejara morir a los que se tienen que morir”. “él se dio por ofendido porque yo hablé sobre una charla que tuve con él. Yo no tengo ninguna necesidad de mentir. Sólo lo escuché y di por terminada la charla”. Se mostró crítico de la política de flexibilización que impulsa Horacio Rodríguez Larreta. “Yo hubiera preferido esperar un poco más, Rodríguez Larreta me planteó una presión muy grande de los comerciantes” y afirmó que “le han hecho creer a la gente que estando en la calle el riesgo no existe”. “El riesgo existe, es menor pero existe”, sentenció. Sobre la reforma judicial el presidente aseguró que mientras Macri estuvo en la Rosada el Poder Judicial se puso a su disposición “para perseguir opositores y armar causas”. Consideró que la oposición debería “votar esta ley con las dos manos: es la garantía de que no les vamos a hacer lo que nos hicieron a nosotros”. Y añadió: “no conocían el proyecto y ya estaban haciendo un banderazo en contra”. En relación con su relación con la vicepresidenta expresó que el también posee una fuerte personalidad. “Yo no soy “pobrecito, Alberto”. He aprendido a llevarme bien con Cristina y a dialogar las cosas con las que no estamos de acuerdo y también con las que estamos de acuerdo. Con Cristina no alcanza pero sin ella no se puede. Cristina tiene un caudal electoral muy importante que confía en ella, que cree en ella. Puede que sea más impetuosa que yo, pero nunca la escuché hablar en perjuicio de los que peor están. Y eso la califica bien”, opinó. En otra parte de la entrevista aseguró que los hechos delictivos que se produjeron últimamente debe preocuparnos pero remarcó que “si se compara este momento con el año pasado, hay menos casos de inseguridad”, aunque eso no significa que el problema esté en vías de resolverse sino por el miedo que provoca el coronavirus. Sobre el impuesto a la riqueza afirmó que sucede en otros países, como Alemania. “Lo que pasa es que en aquellos países tienen la fortuna de tener empresarios y ricos más solidarios de los que tenemos en la Argentina. La verdad es que esto afecta sólo a 12 mil personas de los 44 millones de habitantes”, enfatizó (fuente: Infobae, 30/8/020).
¿Qué duda cabe que el presidente está en campaña electoral? En la entrevista actuó como si ya estuviéramos en la post pandemia. La realidad, lamentablemente, es muy diferente. A pesar de la prolongada cuarentena el número de contagios y muertes continúa en ascenso y nadie sabe a ciencia cierta cuándo la famosa curva comenzará a descender. De todas maneras me parece que es entendible la postura presidencial. Consciente de la gravedad de la situación no puede darse el lujo de brindar la imagen de abatimiento, de un mandatario sobrepasado por la pandemia. Porque en la otra vereda la oposición está esperando que ello suceda para saltarle a la yugular. Alberto Fernández les está diciendo a los argentinos que a pesar del flagelo del Covid-19 la conducción del país está a su cargo. Esto es por demás relevante porque desde los medios del establishment se viene insistiendo con la idea de la “kirchnerización” (Nelson Castro viene repiqueteando con este término desde hace algunos días) de Alberto Fernández, del presidente-títere. La estrategia del antikirchnerismo no es otra que recrear el antagonismo que reinó mientras Cristina fue presidenta, profundizar la grieta. Y para que ello suceda es vital que Alberto se “kirchnerice”, abandone su promesa inicial de terminar de una vez por todas con la grieta. Mientras tanto Cristina se mantiene expectante aguardando que la intransigencia imponga sus códigos.
Alberto y una cuarentena interminable
El presidente de la nación hizo el anuncio de la extensión de la cuarentena hasta el 20 de septiembre en Olivos. “El problema ya no es sólo del AMBA, el problema está en todo el país”, sostuvo. Es verdad. Además de la CABA y el conurbano hay varias provincias con severos rebrotes del Covid-19. La situación, qué duda cabe, es sumamente delicada. Ayer (viernes 28) hubo récord de contagios: 11700 en números redondos. Ello significa que el país se aproxima a los 400 mil contagios en estos casi seis meses de cuarentena. Seguramente ni el gobierno nacional ni los expertos que asesoran al presidente esperaban semejantes números en agosto. Evidentemente alguna falla hubo en los cálculos. Hay quienes sostienen que si bien la cuarentena fue efectiva al comienzo, más adelante perdió efectividad por una simple y contundente razón: la gente se cansó de estar aislada y encerrada en su casa. La flexibilización de hecho que se produjo obligó a las autoridades a adecuarse al humor social reinante. Lamentablemente, el cansancio popular trajo aparejado un mayor contacto entre las personas para beneplácito del coronavirus.
Lo que se llamó poderosamente la atención fue el hecho de que el presidente hiciera el anuncio en soledad. ¿Por qué no estuvo rodeado en esta oportunidad por Larreta y Kicillof? Según Raúl Kollmann (“¿Por qué Alberto Fernández hizo el anuncio en soledad?”-Página/12, 29/8/020) “el nuevo anuncio sobre las medidas respecto al covid-19 encaja con algunos cuestionamientos que vienen haciendo los encuestadores y consultores políticos: “Los mensajes largos, de una hora y media son ineficientes. No reentiende lo esencial, se disuelve, en lugar de precisar los conceptos de manera corta y contundente”, es la síntesis de las objeciones. Al mismo tiempo, los consultores consideran que la unidad-el que aparezcan juntos el Presidente, el gobernador bonaerense y el jefe del gobierno porteño, como venía ocurriendo-es un valor en sí mismo, porque una parte importante de los ciudadanos sostiene que las peleas no sirven, en especial en tiempos de crisis. Un modelo adecuado-dicen los consultores-sería un anuncio de diez minutos, hecho únicamente por Alberto Fernández, pero rodeado por Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta”.
Creo que el presidente de la nación debería haber brindado una exhaustiva explicación de las razones de los escasos resultados obtenidos en materia sanitaria luego de medio año de cuarentena. Los encuestadores sostienen que largas explicaciones aturden a la opinión pública, la confunden, la aburren. Ello implica lisa y llanamente subestimar el coeficiente intelectual de los argentinos, tratarlos como niños. Creo que en estos momentos los argentinos merecemos que se nos informe de los verdaderos números de la pandemia, especialmente en lo referido a los contagios, y cómo pinta el panorama de aquí en adelante. El presiente viene tratando de tranquilizar los ánimos con la vacuna pero nadie es capaz, hoy por hoy, de asegurar cuándo los argentinos podrán vacunarse. Se habla del primer trimestre del año próximo como fecha más cercana. Pero falta bastante para arribar a ese momento y en ese lapso de tiempo el coronavirus puede causar desastres. Hasta ahora ha quedado demostrado que estamos a su merced, que las autoridades sanitarias se muestran impotentes para frenarlo. El propio ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, reconoció que lo único que está al alcance del gobierno es hacer todo lo posible por evitar el aumento exponencial de las muertes. A modo de consuelo cabe reconocer que los gobiernos de los países más adelantados del mundo están desorientados y abrumados. Se calcula que para fin de año el número de muertes en Estados Unidos provocadas por la pandemia ascenderá a 300 mil. En el verano europeo hay un fenomenal rebrote que ha puesto en guardia a los gobiernos. Mientras tanto ha surgido una feroz competencia por la vacuna entre Estados y Europa por un lado y Rusia por el otro. Se trata de una virtual guerra fría provocada por el Covid-19.
Creo que de aquí hasta la aparición de la vacuna el único antídoto contra la expansión del virus es la responsabilidad individual. Debemos tomar conciencia de una vez por todas que la pandemia es muy grave, que si se la subestima nos arrasa. Ha llegado el momento de que todos reflexionemos profundamente sobre lo que está pasando. Debemos abandonar toda pedantería, todo egoísmo. Debemos tomar conciencia de lo que está pasando, ser responsables, actuar con mesura e inteligencia. No debemos bajar los brazos ni actuar como si nada pasara. Es hora de que sepamos estar a la altura de las circunstancias.
Impuesto a las grandes fortunas
Este viernes el oficialismo presentó el proyecto de “aporte solidario extraordinario” sobre las grandes fortunas, cuyos autores son Máximo Kirchner y Carlos Heller. Su objetivo es incrementar la recaudación, duramente golpeada por la pandemia. Se trata de un virtual reconocimiento del gobierno de que no tiene dinero para afrontar todos los gastos que implica ampliar la cobertura estatal a los sectores sociales más vulnerables. Se trata de un aporte que alcanzará por una única vez a personas (12 mil aproximadamente) con un elevado nivel patrimonial (superior a 200 millones de pesos). Lo recaudado, unos 300 mil millones de pesos será destinado a la compra de equipamiento de salud para hacer frente al Covid-19, apoyar financieramente a las PyMes, emplear a vecinos para urbanizar los barrios, equipar a YPF para la producción y envase de gas natural y financiar el plan PROGRESAR.
La reacción de la oposición y de los grandes medios de comunicación fue la esperada. Se trata, vociferan, de una típica medida populista que atenta contra la iniciativa privada, baluarte del capitalismo. Lejos estuvo de ser una casualidad que el mismo viernes algunos canales emitieran unas declaraciones del presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, enemigo acérrimo de este tipo de medidas. “En un momento tuvimos una presión muy fuerte de que había que generar más tributos, aumentar los tributos al patrimonio, aumentar los tributos a la gente que tiene emprendimientos mayores y yo me negué rotundamente”, enfatizó. Se negó a imponer nuevas cargas “porque los emprendedores son los que más están empujando y van a empujar la salida del país. Si nosotros en la pandemia castigamos al que emprende, castigamos al que da laburo, al que produce, al que innova, al que comercia, ese va a quedar en la vera del camino”. Es por ello que aplicó un impuesto “del 20% del salario al Presidente, a sus ministros, a senadores, a diputados y a todos los funcionarios públicos que ganaran más de 1900 dólares durante dos meses”. “Quisimos dar la señal de que era el Estado el que tenía que hacer el proceso de esfuerzo y no los particulares, porque terminado esto, no es el Estado el que saca adelante a la población. Es el particular el que prende los motores, con la asistencia de la infraestructura, con la asistencia de las redes de comunicación y con todo lo que brinda el Estado, con la asistencia de la infraestructura, con la asistencia de las redes de comunicación y con todo lo que brinda el Estado, pero es el particular el que va a encender más fuerte los motores y salir para delante” (Fuente: Infobae, 29/8/020).
Argentina y el FMI
El gobierno de Alberto Fernández dio comienzo con las negociaciones con el histórico prestamista internacional de última instancia para alcanzar un acuerdo que le permita sortear el grave obstáculo que significa el cúmulo de vencimientos heredados del gobierno de Mauricio Macri. El miércoles 26 el ministro Martín Guzmán le envió la siguiente carta a la titular del FMI, Kristalina Giorgieva:
En esta instancia, quisiéramos contactarnos con usted, después de más de 9 meses de un fructífero trabajo colaborativo. En efecto, estamos muy complacidos de la relación de colaboración que construimos conjuntamente con su equipo.
Durante este tiempo fuimos capaces de comprender la perspectiva del otro, y hacer fuerza por el objetivo mutuo de la sustentabilidad de la deuda. También le estamos escribiendo para requerir formalmente la iniciación de las consultas para acordar un nuevo Programa con el FMI que suceda al cancelado y descarrilado acuerdo “Stand By de 2018” (SBA). En tal sentido, quisiéramos realizar unas breves observaciones.
Entre 2017 y 2019, Argentina redujo el déficit fiscal primario del 3,8 por ciento al 0,9 por ciento del producto interno bruto, mientras que el déficit de cuenta corriente cayó del 4,8 por ciento al 0,9 por ciento del producto interno bruto. A pesar de que la Argentina cumplió con dichos criterios de cumplimiento establecidos en el SBA, la fuga de activos denominados en pesos continuó y el país no fue capaz de obtener tasas de refinanciación satisfactorias, ni de asegurar la sustentabilidad de la deuda pública. La actividad económica se contrajo por un 2,6 por ciento y un 2,1 por ciento durante 2018 y 2019 respectivamente, y la inflación del índice de precios al consumidor marcó respectivamente un 47,6 por ciento y un 53,8 por ciento para 2018 y 2019; ello combinado con una contracción monetaria sin precedentes.
Desde Diciembre de 2019, cuando asumió la nueva Administración, implementamos un conjunto diferente de políticas diseñadas para prevenir una caída mayor de la producción, y el empleo, reducir la inflación, restaurar la sustentabilidad de la deuda externa y pública, y crear las condiciones para facilitar la remoción, a su debido tiempo, de las restricciones al acceso al mercado de cambios oficial. Para fortalecer el mercado de capitales doméstico, reducimos gradualmente las tasas de interés monetarias, en línea con una inflación decreciente, pero manteniéndose en terreno real positivo; al tiempo que logramos mayores niveles de refinanciación del segmento de deuda denominado en pesos.
Desde el 21 de Enero de 2020, oportunidad en que anunciamos nuestra intención de iniciar el proceso de reestructuración de deuda, hemos estado negociando con nuestros acreedores en buena fe. Esperamos completar pronto el proceso de reestructuración de deuda con bonistas, obteniendo amplia aceptación y consolidando un acuerdo consistente con la sustentabilidad de la deuda del sector público, así como con la recuperación económica. En paralelo con la reestructuración de los instrumentos de deuda bajo ley extranjera, mantuvimos nuestro compromiso con el tratamiento equitativo para los bonistas del segmento local de la deuda pública denominada en moneda extranjera.
La Argentina fue severamente impactada por la pandemia del Covid-19. Al 24 de Agosto de 2020 contábamos con 350.867 casos registrados y 7.366 muertes. Comenzando el 20 de marzo de 2020 anunciamos una cuarentena completa, excluyendo actividades esenciales, seguida del cierre de nuestras fronteras el 26 de marzo de 2020, salvo para nacionales y residentes argentinos volviendo al país. La producción se contrajo aproximadamente un 20 por ciento en el segundo trimestre de 2020. Para enfrentar la difícil situación sanitaria y económica, adoptamos varias medidas para apoyar a las trabajadoras y los trabajadores y las empresas, tales como el “ingreso familiar de emergencia” para asistir a familias sin ingresos registrados, y la “asistencia al trabajo y la producción” para pagar hasta el 50 por ciento de los salarios. Otras iniciativas incluyen el otorgamiento de préstamos a tasa subsidiada para empresas vulnerables, el refuerzo de pensiones, el ingreso de trabajadores de la salud, y transferencias asociadas con programas sociales.
El esfuerzo de estas políticas y la reducción de la recaudación impositiva asociada a la pandemia del Covid-19 incrementaron el déficit fiscal primario, que alcanzó el 3,3 por ciento del producto interno bruto durante el primer semestre de 2020. Estamos determinados a recomenzar el proceso de implementación de un sendero fiscal consistente una vez que los efectos de la pandemia desaparezcan, reduciendo el déficit fiscal primario de un modo que sea compatible tanto con la sustentabilidad de la deuda pública, como con la recuperación económica.
Como consecuencia de la incapacidad del SBA anterior para restaurar tanto la confianza como para generar robustez a través de un incremento del nivel de reservas internacionales, enfrentamos importantes necesidades de balanza de pagos para el período 2021-2024, mayormente asociadas con la previa adquisición del FMI de alrededor de 31.910 millones de DEGs (Derechos Especiales de Giro). En este contexto, requerimos formalmente asistencia financiera bajo un Programa con el Fondo Monetario Internacional, e invitamos al staff a una misión para comenzar las conversaciones.
Esperamos que las conversaciones y el nuevo Programa no repitan lo que la actual Administración considera que fueron los defectuosos presupuestos del Programa de 2018. A tal fin, es esencial que se realice una evaluación precisa de los desafíos de Argentina, y esperemos intercambiar opiniones con su staff sobre estas cuestiones.
Planeamos establecer políticas consistentes para lograr los objetivos del programa de estabilidad financiera y macroeconómica, y tomaremos cualquier medida adicional que se requiera a tal fin. Proveeremos al staff del FMI con toda la información que sea necesaria para la implementación del programa.
Por su parte Alberto Fernández, quien participó el 26 por la mañana de una conversación con la jefa del FMI acompañado por Guzmán, señaló que “para lograr certezas hay que poner en orden las cuentas. Las cuentas con los organismos internacionales las pondremos en orden. Lo haremos con una lógica común, la de no postergar a la Argentina y no hacer sufrir a los que mucho han sufrido (…) Hablamos de los importantes desafíos que enfrenta Argentina, incluso debido a la pandemia, y las prioridades del gobierno argentino de cara al futuro, en particular la necesidad de revitalizar la economía y seguir protegiendo a los más vulnerables”.
La historia, una vez más, se repite. Por enésima vez el gobierno de turno toma la decisión de comenzar negociaciones con el FMI para emerger del pantano en el que se encuentra atrapado. Hasta ahora cada vez que el país buscó el paraguas protector del FMI el pueblo sufrió las consecuencias. Acudamos a nuestra memoria histórica. A comienzos de 2002 el país estaba al borde del precipicio. El presidente era Eduardo Duhalde, los políticos no podían transitar por la calle, el Parlamento estaba cercado, más de la mitad de los argentinos estaba hundido en la pobreza y nadie confiaba en el Poder Judicial. En ese momento hizo su arribo al país Anoop Singh, un tecnócrata de la India enviado por el FMI para poner la casa en orden. Fue tal su poder que obligó al Congreso a legislar acorde con su voluntad. Hubo leyes que fueron reformadas y otras que fueron derogadas porque Singh lo ordenó. Fue tal el sometimiento que se llegó a hablar de la creación de un consejo de notables del exterior para manejar la economía argentina. Duhalde hizo lo imposible por complacer al FMI pero cada vez que cumplía con una de sus “recomendaciones” el mensaje era el mismo: no es suficiente. Siempre le exigieron un poco más. Era evidente que el FMI desconfiaba de un presidente a quien veían demasiado ligado al peronismo histórico, emblema de ese populismo que era tan mal visto por las usinas ideológicas neoliberales.
El 25 de mayo de 2003 asumió la presidencia Néstor Kirchner. Dos años más tarde anunció el pago de la deuda al FMI. Esa decisión amenazó con hacer crujir los cimientos del modelo neoliberal porque si otros presidentes de la región hubieran seguido el ejemplo del patagónico, el poder del FMI hubiera sufrido un severo cuestionamiento. Ello explica por qué Estados Unidos nunca congenió con el kirchnerismo. Jamás toleró su decisión de poner fin al alineamiento automático inaugurado por Carlos Menem en 1989. Todo cambió o, mejor dicho, todo retornó a la “normalidad” el 10 de diciembre de 2015. Ese día Mauricio Macri comenzó su frustrada gestión al frente del gobierno de Juntos por el Cambio. Macri aplicó desde el primer minuto un programa económico ortodoxo, lo que le valió el reconocimiento del establishment financiero y político mundial. Fue entonces cuando cometió un grosero error, impropio de un presidente: creyó que el apoyo (traducido en dólares) de ese establishment era eterno. A comienzos de 2018, en el apogeo de su popularidad, Wall Street decidió no continuar financiando su alocada política de endeudamiento externo. Macri jamás logró recuperarse de ese golpe. Lo único que intentó de manera desesperada fuer aferrarse a la ayuda salvadora del FMI, entonces comandada por Christine Lagarde. La ex funcionaria del ex presidente galo Nicolás Sarkozy, bajo el mando de Donald Trump, desembolsó miles y miles de millones de dólares para salvar a Macri e intentar mantenerlo en el poder a partir de 2019. Ese desembolso asciende a45.095 millones de dólares y es, precisamente, el monto de lo adeudado por Argentina al FMI. Tal la pesada herencia de Macri en materia de deuda externa. Uno joyita.
Pese a su origen peronista Alberto Fernández en ningún momento tuvo intenciones de romper relaciones con el FMI. Como una de sus principales preocupaciones era la deuda externa nombró como ministro de economía a Martín Guzmán, discípulo del Nobel Joseph Stiglitz, experto en reestructuraciones de deuda externa. Pese a su juventud demostró a lo largo de la dura negociación con los bonistas un temple y una firmeza envidiables. Pese a las burlas de las que fue objeto finalmente logró salir airoso del desafío, ganándose de esa forma la confianza de por vida del presidente. Pero el mayor desafío es el que viene, es decir, lograr un acuerdo con el FMI que le permita a la Argentina despegar de una vez por todas. Es aquí donde surge la pregunta que se cae de madura: ¿por qué ahora la negociación con el FMI será beneficiosa para la Argentina cuando jamás lo fue? Desde su creación a la fecha el FMI ha sido siempre sinónimo de ajuste perpetuo, de rigurosidad fiscal, es decir, de ortodoxia económica. Y los resultados siempre fueron catastróficos para el país. Lo fueron durante los gobiernos de Alfonsín (austral), Menem (convertibilidad), De la Rúa (blindaje), Duhalde (pesificación asimétrica y licuación de pasivos empresariales) y Macri (stand by).
Ahora todo es diferente, pontifican desde el gobierno. Además, Martín Guzmán tiene una cordial relación con Giorgieva, lo que facilita mucho las cosas, afirman las usinas gubernamentales. Lo que sí es seguro que la ayuda del FMI lejos estará de ser un acto de beneficencia. Si Alberto Fernández pretende ayuda financiera del organismo deberá aceptar ciertas “sugerencias” del organismo. En su edición del 27 de agosto el portal Infobae publicó un artículo de Martín Kanenguiser cuyo título es muy ilustrativo: “Los pedidos que el FMI puede hacer al gobierno sobre el dólar, la inflación, el cepo y el déficit fiscal”. Según el autor para los tecnócratas del FMI los principales problemas que aquejan al país son los siguientes:
“A-La deuda: Hay aplausos a la forma en la que se selló el acuerdo con los grandes grupos de bonistas, porque, aunque en dos análisis técnicos de sustentabilidad el staff había considerado que los acreedores privados tenían que resignarse a una quita mayor a la otorgada finalmente, se considera que la oferta coincide con los parámetros brindados por el organismo en términos de baja de intereses y de alivio financiero para los próximos años. El análisis de la oferta se completará con la sustentabilidad de mediano plazo del país para pagar su deuda más allá del 2024.
B-El panorama económico: Si la situación previa a la pandemia era muy compleja para recuperar la estabilidad y el crecimiento económico, el coronavirus agudizó el panorama. Un eje clave para el organismo multilateral es que tanto las autoridades del Ministerio de Economía como del Banco Central son conscientes acerca de cuáles son los problemas y, con matices, cómo deberían enfrentarse.
C-La emisión monetaria: Se considera que hay “monetary overhang”, un exceso de emisión monetaria, que, aunque haya sido lógica durante la pandemia y ante la falta de acceso al mercado de crédito internacional, debe ser reducida en forma rápida para no generar problemas en los próximos meses.
D-Los controles cambiarios: Se cree que no deben redoblarse como piensan algunos funcionarios así solo se agravarían los problemas de la economía argentina, más allá de la crisis global. Mantenerlos, admiten, será imprescindible en el corto plazo para sostener la precaria estabilidad financiera y permitir que el Banco Central no pierda tantas reservas internacionales, pero, a la vez, el Gobierno debe buscar fuentes más sólidas para sumar dólares, como un incremento de las exportaciones y por este motivo es clave que no deje que se aprecie el valor del peso.
E-La baja de las reservas del BCRA: Otorgar claridad sobre la política fiscal de mediano plazo permitirá tranquilizar al mercado y reducir la brecha, junto con el desenlace positivo que se espera para el canje de la deuda con los bonistas. A eso se debe agregar la consolidación del mercado local de deuda que comenzó en estos meses, favorecido en buena medida porque los grandes jugadores privados no tienen demasiadas opciones más allá de las que les ofrece el Gobierno.
F-El déficit fiscal: El Fondo espera que el proyecto de presupuesto 2021 que ingresará al Congreso el 15 del mes próximo explique cómo será la reducción del déficit fiscal de este año, que, aún con una muy baja carga de pagos de la deuda por el canje, rondaría entre los 8 y los 10 puntos del PBI. En esta iniciativa desean ver no solo las proyecciones oficiales para el próximo año, sino para el resto del mandato del presidente Alberto Fernández hasta 2023. Al respecto, lo más relevante es que se fije un ancla para lidiar con la emisión y tender hacia la consolidación fiscal que, aunque sea más lenta que lo previsto antes de la pandemia, debe ser firme.
G-El plan económico: Pese a que tanto el presidente Alberto Fernández como el ministro Martín Guzmán relativizaron la importancia de definir un programa económico, el Fondo cree que debe haber un sendero que busque recuperar el crecimiento por la vía de más exportaciones e inversiones directas. Esta es una condición para negociar el nuevo programa para postergar los pagos, aunque que el Gobierno elija un nuevo stand by o un Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF, en inglés), que tiene condicionalidades parecidas.
H-La inflación: El bajo resultado del índice de precios al consumidor (IPC) responde a la fuerte reducción de la demanda producto del cierre de la economía, que contrarrestó la lluvia de pesos que cayó sobre la economía por la emisión del BCRA destinada a cubrir el déficit fiscal. El interrogante es si, a medida que la actividad se va normalizando, las expectativas inflacionarias van a crecer o no. De todos modos, el escenario base del Fondo no es que, como temen algunos analistas, la inflación se vaya a tres dígitos, pero se destaca la necesidad de controlar el exceso de emisión.
I-La negociación: No se puede planificar un roll over, si no refinanciar la deuda contraída desde 2018, lo que implica “calzar” desembolsos con los vencimientos. La discusión no será fácil, más allá del tipo de programa que se elija.
J-Línea rápida por el Covid: Las autoridades no la solicitaron y, si lo hicieran, se evaluaría como en otros casos”.
Una vez más el FMI impondrá a la Argentina un severo plan de ajuste. La ortodoxia económica está en su esencia, corre por sus venas. ¿Por qué habría de cambiar ahora? ¿Porque Giorgieva y Guzmán son “amigos”? Este jueves Sergio Chodos, representante argentino ante el FMI, expresó: “Hay medidas que no se van a poder tomar, claramente. Yo creo que lo importante es tener un sendero de racionalización, un sendero lógico que no afecte las posibilidades de la recuperación porque si no vamos a estar peor que antes. Y yo creo que en esto va a ser importante el diálogo y también la conciencia que tiene el Fondo Monetario”. Y agregó: “El involucramiento con el fondo viene del programa fallido de 2018, que tenía la esperanza de ayudar y terminó siendo más parte del problema que de la solución. Se fue a un programa récord por inicialmente 57 mil millones de dólares, de eso se terminó desembolsando aproximadamente 44 mil millones y ese es el punto siguiente que tenemos una vez que hayamos solucionado el canje de ley internacional”. “Empezamos las negociaciones para tener un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario que nos permita pagarle. Lo que uno hace cuando se refinancia es tener nuevo financiamiento con un nuevo programa cuyo uso de fondos o cuyo objeto es en rigor pagar el anterior”. “Me parece que lo importante es cuando la propia sociedad se siente parte. Por eso, el Gobierno insiste en todas las instancias importantes en ir al Congreso. Y la verdad es que a nosotros nos parece tan importante que estas decisiones tengan un apoyo tan importante, casi por unanimidad como en el canje ley local en paralelo al canje ley internacional o la ley de solidaridad. Cuando alguien se endeuda con el fondo no es el Gobierno, es el conjunto de la sociedad. Entonces es importante hacer estas negociaciones de cara a la sociedad y no de espaldas” (fuente: Página/12).
Los acuerdos con el FMI siempre fueron a espaldas de la sociedad. Cuesta creer que un funcionario formado como Chodos lo niegue. ¿Cree realmente que, por ejemplo, el pueblo participó activamente en la venida de Anoop Singh en marzo de 2002? ¿Cree realmente que en mayo de 2018 el pueblo decidió endeudarse con el FMI? En ese momento el presidente Mauricio Macri anunció por televisión, de manera sorpresiva, su decisión de entablar negociaciones con el FMI. ¿Acaso Macri le consultó al pueblo? La historia argentina ha demostrado que quienes se endeudan son los gobernantes de turno, no el pueblo. Y también ha demostrado que las consecuencias siempre las termina pagando el pueblo y no quienes contrajeron la deuda.
Hernán Andrés Kruse
InformadorPúblico 30 8 20