por María Arratíbel
En los inicios de la guerra de la Vendée, “el 13 de marzo de 1793, el primer jefe reconocido de los vandeanos, Cathelineau –el “santo de Anjou”-, detiene su marcha sobre Jallain y se dirige a sus hombres: “Amigos míos, no olvidemos que estamos luchando por nuestra santa religión”; se arrodilla, se santigua y entona el himno Vexilla Regis prodeunt.